sábado, 8 de octubre de 2016

Nico el jenízaro


Es pronto aún para cantar victoria, pero quiero soñar que mañana se cumplirá mi pronóstico de hace dos o tres semanas: «Al paso que vamos, en un par de semanas o tres a lo sumo, Nico comenzará a ser un digno candidato al título mundial. No me preguntéis a qué se deben estos inopinados cambios de tendencia. Sé que ocurrirá de forma imperceptible al principio, que luego la sensación se irá haciendo más y más densa, y que para cuando lleguemos a Abu Dhabi, nadie querrá recordar que negó el pan y la sal al hijo de Keke.» [El don de la oportunidad, 15 de septiembre de 2016].

Os mentía entonces. Sabía perfectamente (y sé) a qué se deben estos inopinados cambios de tendencia. Se deben a que nadie en su sano juicio quiere parecer un loser. Lisa y llanamente es así: nadie quiere admitir que apostó equivocadamente cuando era tan y tan bonito, y tan rentable, apostar al killer

Desde luego, cuento con que mañana Hamilton puede darnos una sorpresa en la que no creo. Todo es posible en esa hora y media larga que dura cada prueba. Todo, todo cabe ahí, y por eso me sigue gustando todo esto, porque al final, el negocio y los intereses empresariales de los que hablaba esta misma mañana, quedan en manos de veintidós poetas que luchan a brazo partido por componer su mejor verso a partir de que el semáforo deja de estar en rojo.

Ando con la gripe a cuestas y es sábado. Las entradas me duran lo que el agua en una cesta, incluso en fin de semana. Pero a lo que vamos, que me distraigo. Parece que es el tiempo de Nico y me gustaría matizar que además de la psicología que nos afecta a nosotros, existe una psicología que afecta a los pilotos, que suelo usar a la hora de hacer mis pronósticos.

Os cuento. Los otomanos abusaron durante el siglo XIV del llamado devshirmeh, una fórmula de leva por la cual, los niños mayores de entre ocho y trece años de los pueblos sojuzgados por el Sultán, se integraban mediante duro entrenamiento en las filas de los temibles cuerpos jenízaros.

El origen de estas unidades parece incierto, como le ocurre al nombre de mi noble y querido bacalao. Se cuenta que estuvieron formadas en inicio por esclavos o cautivos, que lograban mediante el servico de armas la plena integración social como premio a su lealtad y sacrificio...

Y aquí quería llegar yo, porque Rosberg lleva dos carreras y una calificación que, psicológicamente hablando, sólo encuentran explicación en la teoría del esclavo libre. Libre de ataduras, libre de lealtades y gabelas, Nico nos ha resultado desde Spa a esta parte, un Nico más puro que aquel que estaba encorsetado por las directrices de Stuttgart. El Nico en que he creído siempre salvo el breve impass de 2015 por el que ya pedí perdón.

El hijo de Keke depende de sí mismo, y esta circunstancia puede convertirlo en campeón del mundo incluso entre los vapores y efervescencias de quienes no entenderán que llegado el momento, puede (y debe) convertirse en una maldita calculadora. Por cierto, como se comportó su jefe Niki Lauda en 1977.

Sé que puede hacerlo, que lo merece, y bien está que otros lo empiecen a ver. Nico Rosberg, a partir de mañana, si Dios quiere y los vientos son propicios, será un digno campeón 2016 al que ni siquiera podrán empañar las moñadas de Lewis Hamilton con la prensa, fundamentalmente porque tras años de leal servicio a sus escuderías, ya iba siendo tiempo y hora de que la diosa Fortuna le devolviese siquiera un poco de lo que ha dado silenciosamente a este deporte.

Os leo.

5 comentarios:

chema dijo...

Pues si, tenías toda la razón. Queda campeonato pero Nico lo está poniendo muy caro.

Alberto dijo...

Puede que ahora Nico sea esclavo libre, pero en la última (y puede que en la penúltima) carrera será esclavo de si mismo, y he visto ya a muchos pilotos perder esa batalla interior. Las condiciones de su oponente tampoco ayudan, alguien con mucha fuerza y con la tranquilidad que le pueda dar el conocer esa situación muy bien, saliendo 3 veces victorioso de ella (por 4 veces que se ha enfrentado a la misma). Veremos

Aficionando dijo...

Confieso que yo fui de los que dudaron de la fortaleza mental de Nico en las dos temporadas pasadas: esas salidas de pista cuando Hamilton le presionaba, esos errores de principiante... Ahora parece que tiene la sartén por el mango y empieza a creer en que es capaz de hacerlo. La presión está ahora sobre Hamilton y esa presión le hace cometer errores. Vemos, pues, que la fragilidad ha cambiado de bando. A mí me gustaría ver a Rosberg campeón. Empiezo a estar un poco harto de divos y quejicas. Y creo que la victoria de Rosberg en este mundial, si se culmina, será bueno para el propio Hamilton. Le hará mirarse al espejo y preguntarse qué es lo que ha hecho mal. Quizás en 2017 vuelva a tener hambre.

Anónimo dijo...

La novedad este año han sido los problemas mecánicos y salidas fallidas. De no ser por ello, otro año más Ham campeón.

Es Mercedes, quitando el juguete a uno para dárselo al otro. Les cuadra mucho mejor que haya dos pilotos campeones y no una estrella.

Y el destino, enfrentando a Ham con el mismo trato preferente del que gozó en 2007, pero en su detrimento.

Aficionando dijo...

Coincido contigo Anónimo en que Mercedes quiere a otro este año como campeón. En el fondo los constructores son soberbios y quieren demostrar que cualquiera o casi cualquiera puede ser campeón con su monoplaza. Mercedes no podría tener mejor publicidad para sus vehículos que haber ganado tres mundiales con la gorra, incluso con Rosberg. Yo creo que hasta Felipe Massa habría sido campeón con este Mercedes (dependiendo del compañero, claro).