Entre finura y efectismo anda el mundo perdido. Si lo normal es que cualquiera te diga que en la actual Fórmula 1 es más importante la eficacia que la agresividad, en tardes como las de hoy, comprendes por qué sólo te gustan un par de tipos o a lo sumo tres en la parrilla, y por qué entre ellos, siempre está Lewis.
Es obvio que para calificar arriba, hoy más que nunca se hace necesario disponer de un buen coche. Hamilton lo buscaba cuando abandonó McLaren y Fernando hizo lo propio cuando dio portazo a Ferrari. También es indudable que la pole garantiza hoy de cara a la carrera, muchas más cosas que hace una década, por ejemplo.
Neumáticos con aire limpio. Aerodinámica con aire limpio. Ritmo con aire limpio. Contrato a firmar con aire limpio mientras te meriendas las posibilidades de Nico. Seguridad con aire limpio, en una palabra, ya que a partir del segundo puesto, los problemas se incrementan porque a pesar de que se ha intentado erradicarla, o tal vez no, quién sabe, existe una estela que en el mejor de los casos hay que sortear y en el peor, sobrellevar como se pueda. Sí, están por ahí las estrategias en los cambios de compuestos, pero admitásmolo, no son sino una manera artificial de modificar lo que sucede en pista, aunque en este sentido, también la pole position sigue marcando la diferencia.
Dicen que influyen muchos factores en el rendimiento del conjunto equipo, monoplaza y piloto, y que es difícil extrapolarlos desde el punto de vista del aficionado, pero incluso este último es capaz de ver en una situación como la que se ha dado hoy, que dentro del cockpit del W06 dorsal número 44, había un ser humano que se ha ajustado la magia negra que lleva entre las piernas y se ha dicho mientras apretaba los dientes: «la pole es mía», a la vez que se sacaba de donde no había, una vuelta fascinantemente perfecta.
Os leo.
No obstante, la fase de calificación supone un territorio exclusivo cuyo dominio está reservado monocromáticamente a las mejores máquinas y a los mejores hombres, que desde luego está abierto a pinceladas de azul, arena o pimienta, como la primera posición conseguida por Sebastian Vettel sobre un Toro Rosso en Monza, o aquella otra que se llevaron Nico Hulkenberg y su Williams en Interlagos.
Y cuando uno piensa infantilmente que lo ha visto todo, esta tarde en Sakhir ha vuelto a suceder el milagro porque la eficacia y finura al volante se han unido al hambre, para intantes después de que Sebastian Vettel pareciera brevemente intocable, Lewis Hamilton ha vuelto a hacer gala de esa exclusividad que lleva siempre en el bolsillo para calzarse la pole.
Me da lo mismo que en ese baile que se lleva Mercedes AMG con Bernie para alimentar el espectáculo, sabiendo que Maranello estrenaba herramienta en sus dos coches, Brackley haya decidido exprimir una cuarta carrera su primera unidad de potencia en un circuito en que Pirelli, jugaba de nuevo contra Gran Bretaña y Alemania.
Os leo.
3 comentarios:
¡Que bueno!
Últimamente me divierto más los sábados que los domingos.
Un saludo.
Los dos mejores clasificadores a una vuelta otra vez 1 y 2. Podría decir alguien cuántas primeras lineas han compartido estos dos, seria un dato interesante porque si mal no recuerdo tienen el record. :)
Cada vez tengo más claro que lo único auténtico de este "deporte" ocurre cuando los pilotos se bajan la visera y dentro de sus copkit se expresan como lo que son: auténticos purasangres hechos para volar.
Un abrazo!
P.D.: J-CAR, estás sembrado!!!
Publicar un comentario