La firma hegemónica de los últimos tiempos en las 24 Horas de Le Mans, Audi, no surgió de la nada en la prueba francesa ni mucho menos ganó en su primera batalla librada en territorio galo. El año 2000 supuso el inicio de su marcha militar, pero en realidad, su ejército llevaba tiempo preparando y midiendo sus fuerzas.
El año anterior la victoria había sido para BMW, una marca que forma parte de la imaginería de la carrera más famosa del mundo gracias a la siempre imponente presencia de los M1 a finales de los setenta del siglo pasado, uno de los cuales, fue decorado específicamente para la edición de 1979 por Andy Warhol.
Sea como fuere, la de Múnich no se tomó demasiado tiempo en grabar su nombre entre los triunfadores absolutos de Le Mans. Después de haber colaborado como motorista con McLaren y sus proyectos para GT1 de mediados de los noventa (como contábamos ayer, un F1 GTR ganaría la edición de 1995) se atrevió a dar el salto con plataforma propia en la categoría LMP1 en 1998, presentando el lamentable y malote V12 LM, descubriendo de paso que si pretendía hacer algo en Le Mans, debía poner absolutamente toda la carne en el asador.
Así lo hizo al año siguiente y en 1999 aparecía el precioso, delicado y abierto V12 LMR que iniciaba su camino hacia el desafío definitivo en las American Le Mans Series, triunfando en Sebring. Como oponente principal: la escuadra Toyota con sus majestuosos GT-One carenados. Todo un reto.
El vehículo número 15 de la marca alemana cosechaba el añorado éxito con los pilotos Martini, Winkelhock y Dalmas al volante, para rechazar defender su triunfo en Francia al finalizar aquella misma temporada...
La sensación que produce este abandono es agridulce. Hay quien opina que BMW, de haberlo intentado al menos una vez más podría haber revalidado su triunfo frente a los Audi R8, vehículos también abiertos como el V12 LMR, dado que en las American Le Mans Series de 2000 los coches de Munich supieron mantener el tipo frente a los de Ingolstadt hasta que en la incipiente aventura en Fórmula 1 como motorista de Williams, desaconsejó seguir desperdigando esfuerzos.
Sea como fuere la historia de BMW en su asalto a las 24 Horas de Le Mans parece una de esas cosas que solo ocurren una vez en la vida, y quizás desde la perspectiva que nos ofrece el tiempo transcurrido, así fuera en realidad: una aventura de un gatillazo y un tiro más, el definitivo.
El vehículo número 15 de la marca alemana cosechaba el añorado éxito con los pilotos Martini, Winkelhock y Dalmas al volante, para rechazar defender su triunfo en Francia al finalizar aquella misma temporada...
La sensación que produce este abandono es agridulce. Hay quien opina que BMW, de haberlo intentado al menos una vez más podría haber revalidado su triunfo frente a los Audi R8, vehículos también abiertos como el V12 LMR, dado que en las American Le Mans Series de 2000 los coches de Munich supieron mantener el tipo frente a los de Ingolstadt hasta que en la incipiente aventura en Fórmula 1 como motorista de Williams, desaconsejó seguir desperdigando esfuerzos.
Sea como fuere la historia de BMW en su asalto a las 24 Horas de Le Mans parece una de esas cosas que solo ocurren una vez en la vida, y quizás desde la perspectiva que nos ofrece el tiempo transcurrido, así fuera en realidad: una aventura de un gatillazo y un tiro más, el definitivo.
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