Dicen que Les Hunaudières mide 5 kilómetros de longitud, centímetro arriba centímetro abajo, lo que no es moco de pavo porque se trata de una recta que une las curvas Tertre Rouge y Mulsanne, la primera de ellas todavía tibia en la memoria de los aficionados porque el año pasado precisamente allí, perdía la vida el piloto danés Allan Simonsen.
Cuentan también que el eje de la recta trasera del circuito de La Sarthe esconde bajo su asfalto la calzada romana que unía en la antigüedad las actuales poblaciones de Le Mans y Tours, y que los participantes en las 24 Horas la aprovechaban para relajarse un poco ante la dureza del resto del recorrido. Sin lugar a dudas, Les Hunaudières es un lugar ciertamente especial donde en 1988, el Peugeot WM P88 conducido por Roger Dorchy, superó ligeramente la nada desdeñable velocidad de 406 kilómetros por hora.
¿Os imagináis lo que supone eso? Un avión de pasajeros como el Boeing 747 roza los 300 km/h al separarse del suelo, eso sí, gracias a un empuje tremendo, pero como los coches que corren Le Mans son infinitamente más livianos aunque bastante potentes, el riesgo evidente llevó en 1990 a dividir Les Hunaudières en tres tramos a base a colocar dos rápidas chicanes con bastante separación entre ellas... No es lo mismo desde entonces, pero su magia permanece casi intacta, sobre todo de noche.
Sin embargo, dos décadas antes de aquello, Les Hunaudières suponía un tremendo problema para los diseñadores de biplazas que buscaban a finales de los sesenta del siglo pasado, optimizar las prestaciones de sus vehículos en base a una aerodinámica que todavía estaba en mantillas con respecto a lo que tenemos, ya que la potencia mecánica y la batalla reducida que facilitaban las cosas en el resto del trazado, en la interminable recta de Le Mans originaba una perniciosa resistencia al avance que lastraba la velocidad punta aumentando además, los consumos por vuelta.
Así las cosas, Porsche y Ferrari, protagonistas ineludibles de la máxima rivalidad en las 24 Horas de comienzos de los setenta, exploraron sin demasiado éxito la posibilidad de dotar al 917K y al 512S, respectivamente, de carrocerías alargadas para vencer en la mítica prueba francesa, dando lugar al Porsche 917 LH —heredero en formato del 908LH Longtail de 1968—, y al 512S Coda Lunga, el coche precisamente que decora esta entrada y que Fernando Alonso paseará este próximo sábado sobre el circuito de La Sarthe antes de dar el banderazo de salida.
Sea como fuere, en las 24 Horas de Le Mans como en la mayoría de carreras, el triunfo se consigue fundamentalmente yendo rápido en el paso por curva y ya entonces, todavía sin efecto suelo y aerodinámica elaborada y a pesar de la enorme resistencia al avance que provocaban en Les Hunaudières, los potentísimos y compactos 917K de Stuttgart demostraron y de forma contundente y consecutiva, en 1970 y 1971, que todavía quedaba espacio para vencer a base de músculo.
Os leo.
Sin embargo, dos décadas antes de aquello, Les Hunaudières suponía un tremendo problema para los diseñadores de biplazas que buscaban a finales de los sesenta del siglo pasado, optimizar las prestaciones de sus vehículos en base a una aerodinámica que todavía estaba en mantillas con respecto a lo que tenemos, ya que la potencia mecánica y la batalla reducida que facilitaban las cosas en el resto del trazado, en la interminable recta de Le Mans originaba una perniciosa resistencia al avance que lastraba la velocidad punta aumentando además, los consumos por vuelta.
Así las cosas, Porsche y Ferrari, protagonistas ineludibles de la máxima rivalidad en las 24 Horas de comienzos de los setenta, exploraron sin demasiado éxito la posibilidad de dotar al 917K y al 512S, respectivamente, de carrocerías alargadas para vencer en la mítica prueba francesa, dando lugar al Porsche 917 LH —heredero en formato del 908LH Longtail de 1968—, y al 512S Coda Lunga, el coche precisamente que decora esta entrada y que Fernando Alonso paseará este próximo sábado sobre el circuito de La Sarthe antes de dar el banderazo de salida.
Sea como fuere, en las 24 Horas de Le Mans como en la mayoría de carreras, el triunfo se consigue fundamentalmente yendo rápido en el paso por curva y ya entonces, todavía sin efecto suelo y aerodinámica elaborada y a pesar de la enorme resistencia al avance que provocaban en Les Hunaudières, los potentísimos y compactos 917K de Stuttgart demostraron y de forma contundente y consecutiva, en 1970 y 1971, que todavía quedaba espacio para vencer a base de músculo.
Os leo.
2 comentarios:
Grandes momentos. De todas formas, el 917 K era de por si bastante largo tambien.
Gracias Josemi ;)
Quería decir «compactos» en vez de cortos... Ya lo he cambiado ;)
Y sí, aquello sí que eran carreras XD
Un abrazote
Jose
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