sábado, 27 de octubre de 2012

Avellana oscuro


De tener que escoger entre la Merkel y Monica (referirse a ella como la Bellucci sería hoy un sacrilegio), me quedo con la segunda porque de las dos es la única que tiene alma. La belleza también cuenta, cómo no iba a hacerlo, pero considero que hay que ser rematadamente tonto para no comprender que cuando las cosas puedan venir mal dadas, serán los ojos de la italiana los únicos que prometan un hermoso y eficiente sana, sana, culito de rana.

La FIA, nuestra venerable institución rectora del deporte lleva años desperdiciando oportunidades para dignificar todo esto de la F1, y lógicamente, cada cierto tiempo surgen entre los aficionados y la prensa encendidos debates sobre si existen conspiraciones o por contra, mencionarlas es cosa de malos perdedores.

Admito discutir el asunto siempre que encuentro algo de coherencia, si no, como viene siendo costumbre ultimamente, me da por coger mi Dragunov, emboscarme y comenzar a derribar objetivos desde la salud que me confiere haber admitido públicamente y multitud de veces, que aunque tifoso, reniego de los amores que han mantenido hasta hace poco Ferrari y la FIA, y que la hegemonía de Schumacher durante cinco años consecutivos, literalmente me apartó de la F1.

Dicho lo cual no entiendo, o mejor dicho, no quiero entender el tamaño de las tragaderas de algunos al respecto del regalo que supone para todos habernos topado con Vettel sobre un Red Bull bendecido por tres años consecutivos, por la manga ancha de la cosa esa que dirige desde las sombras el amigo Todt.

Por circunscribirnos al corriente, me resulta particularmente hiriente que los mismos que se quejaban a comienzos de temporada de que la normativa técnica para 2012 perjudicaba claramente a la austriaca (erradicación de escapes sopladores, limitación de los mapa motor, etcétera), se permitan el lujo de llamarnos conspiranoicos a los que señalamos con el dedo que los últimos movimientos llevados a cabo por la FIA benefician claramente a los chicos de Horner, porque si la Federation podía perjudicar, de suyo es arrogarle la potestad de poder beneficiar a su antojo y cuando mejor le venga en gana.

Pero confieso que lo que peor llevo es la manía que tienen de frotarnos a todos por la cara la grandeza de Sebastian, ya que el chaval, cuando su equipo era perjudicado por la FIA no levantaba cabeza más allá de hacerlo para ciscarse en Narain por haberle estorbado en pista. Lo que me lleva a pensar, como a muchos otros, que para que haya existido este renacimiento que ha dejado atrás a sus rivales de McLaren y Ferrari, alguien, quien sea, ha tenido que beneficiarle, porque sin coche, el alemán se vuelve un vulgar mortal y no chuta.

No me considero mal perdedor, pero sí un tipo al que le gusta la F1 de antaño, donde había menos posibilidades para que la FIA metiera la mano y donde por tanto, se labraron los fundamentos de esta competición que perdió el norte hace tiempo, y en la que cabe que Stirling Moss le lance un escupitajo a la cara al chueco Fangio afirmando que Vettel se le parece.

Admito todo, incluso que los puntos que le perdonó la FIA a Red Bull por el tema de los agujeros en el fondo plano hayan adquirido una importancia que ni Whiting sospechaba. ¿Cómo no iba a admitir que alguien se pliegue al poderío aplastante de la sosa germana que nos está estrujando a todos, pero por Dios, dejadme que siga mirando a los ojos de Monica para ver en ellos el color avellana oscuro del que me enamoré cuando sobre auténticos circuitos corrían tipos como Stewart, Cevert, Ickx, Peterson o Fittipaldi!

Os leo.

No hay comentarios: