lunes, 11 de julio de 2011

Embrujo y cinta americana


Aunque pueda parecer extraño, hubo un tiempo en que sin que pasase absolutamente nada, se podía quitar una pieza importante de la carrocería para que el motor o cualquier otro componente se refrigerasen bien. El paso de los años, sin embargo, ha vuelto melindrosa a la F1. Delicadita, que diría aquél.

Por suerte soy un poco bocazas. Llevo semanas zurrando la badana a cuenta de que la actual ingeniería juega con ventaja y sin mojarse, y mira tú por dónde, este pasado fin de semana, se les ha helado la sangre a los modernos magos de la cosa, total, porque la FIA se ha puesto a jugar a los dados con el reglamento, cosa que dicho sea de paso forma parte de su tradición más arraigada.

Antes estas cosas no llevaban la sangre al río, porque los mismos ingenieros que veían cómo el máximo organismo metía la tijera en sus inventos, encontraban a renglón seguido cómo sortear con notable el escollo. ¿Que a un rival le consentían que pusiera alas invertidas bajo su coche? Ponías un estractor en la cola del tuyo, y tema resuelto. ¿Que lo prohibían? Pues te buscabas la vida. ¿Que limitaban el efecto suelo de los monoplazas? Te cascabas un doble chasis y tirabas hasta que los comisarios le encontraran las vueltas. ¿Que lo prohibían? Pues a volver a buscarse la vida. ¿Que la FIA reducía a su mínima expresión la zona del difusor? Ahí que alguien inventaba algo: alerones traseros con apéndices adelantados o difusores auténticamente soplados... Y todos a copiar las soluciones mientras a otro alguien se le ocurría algo nuevo, porque había auténtica confianza entre colegas, no como ahora.

Aquello cambió radicalmente a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, y la verdad es que ya han transcurrido suficientes años como para que la peña se haya acomodado y ahora se ponga de los nervios porque le tocan el puñetero mapa/motor. Así, en Silverstone, hemos podido asistir a un espectáculo tan lamentable como el que nos han ofrecido las escuderías y el zorro que cuida del gallinero, sencillamente porque la imaginación no ha asomado las orejas en absoluto.

No quiero cargar las tintas, pero a ver cómo pretende esta gente que nos la tomemos en serio si parece que no saben hacer una «o» con un canuto en cuanto abandonan la seguridad de los ordenadores y los túneles de viento. ¿Para qué si no están la cinta americana y el taladro? Pues para resolver imprevistos, como siempre ha sido en casa y en cualquier taller que se precie de serlo.

¿Que se calienta el motor porque no le dejan soplar holgadito? Pues unos agujeros en la carrocería, o más radicalote: a tomar por saco la carcasa del cubre capot, como ocurría en el Lotus de la foto, que ya está el piloto para lidiar cuando no quedan más cogieron...

¡Ya! Hoy no es posible que estas cosas ocurran porque a esta F1 no la reconoce ni la madre que la parió. Pero haberla, bien que la hubo, y con auténtico embrujo. Doy fe, y conmigo, otros muchos.

4 comentarios:

Tadeo dijo...

Quien siga creyendo que la F1 es un deporte, está en la parra.

Esto es un gran negocio y como tal se maneja. No ves un mono sucio, no ves un arañazo en un coche, no ves a nadie que no lleve ropa de marca con el logo bien visible, con el reloj de la casa que patrocina.

El marketing ha pasado a ser la piedra angular de este negocio, como de todos los negocios, y es el que marca el ritmo y los objetivos.

Recordad a Lewis poniéndose un cubretodo para las rueda de prensa con Alonso, el frigodedo de Vettel, los pajaritos de Alonso, todo son posturitas pensadas por sus asesores para dar una marca personal, algo que les identifique.

Pensad en los cascos que llevaban los pilotos en los años 70 y 80, eran de colores, ahora son diseños personales.

Cuando el marketing se apodera del deporte, el mercado pasa a mandar de él, y las leyes de mercado no suelen ser deportivas.

Saludos

Nico Jusara dijo...

Lamentablemente José, esos viejos buenos tiempos se han ido para siempre.
Tadeo: Lo has bordado, mas de acuerdo no puedo estar.

Alexander dijo...

En realidad el problema es que la sobre-regulación joroba la innovación, forzando a los equipos a desarrollar en escasísimos aspectos, lo cual cuesta un pastón. No es casualidad que en los últimos tiempos todo lo que hemos visto son trampas fragantes (BrawnGP se lleva el colmo de los colmos gracias al bochornoso Whiting).

La solución pasa por dar mas libertad a los ingenieros. Es así de simple. Que hagan como les venga en gana dentro de sus presupuestos y seguro, pero seguro, que mas de un equipo sorprende con soluciones hoy inimaginables.

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Buenas tardes ;)

Tadeo ;) En general todos los deportes profesionales tienen su aquél, pero la F1 está dirigida por gilipollas y apesta a inoperancia. Creo sinceramente que nos conformaríamos si la cosa de buscar la tela fuese más inteligente XDDDDD

Nico ;) habrá que sentarse a esperar que vuelvan, porque se está rizando el rizo de manera peligrosa y ya no hay quien sostenga este circo XDDDDD

Alexander ;) Ahí le damos. Ser tan puntilloso y tan bobo mata cualquier iniciativa, Un poquito de libertad de la aunética no nos vendría nada mal, pero que nada mal :P

Un abrazote

Jose