Más Monza

Lo dije al respecto de la carrera de Fuji del año pasado, y a cuenta de las tonterías que estoy leyendo estos días, lo voy a repetir de nuevo: las pruebas con inicio lanzado son un puñetero fraude, aunque haya ganado Vettel.

Si un partido de fútbol puede retrasar su inicio a la espera de que escampe, o incluso la final de Wimbledon puede suspenderse momentáneamente porque una tromba de agua así lo aconseja, no entiendo por qué se da salida a un Gran Premio de automovilismo con un sistema que malversa el contenido deportivo que se le supone, por no esperar unos minutos, incluso media hora. Si a eso sumamos que los equipos disponen para sus vehículos de gomas extremas (las otras de la rayita blanca, que están precisamente para evacuar la mayor cantidad de agua posible), sigo sin pillarle el rollo a por qué la dirección de carrera ordena lo obvio (que todo el mundo calce katiuskas) y pone al personal a circular detrás del Safety Car, alargando innecesariamente el pelotón, dando una ventaja al primero que para sí quisieran del segundo para atrás (correr detrás del abundante spray originado delante, tiene que dar un gusto que ni paqué), permitiendo que la gente se ponga en fila india y a prudente distancia unos de otros, y con una velocidad inicial que no hay que tener dos dedos de frente para comprender que va a favorecer a los monoplazas más potentes; y lo que es peor, sometiendo al respetable a la tortura de que los expertos desbarren a troche y moche sacando conclusiones idiotas una vez finalizado el evento, o durante su transcurso.

El caso es que este domingo pasado el Safety Car se limitó a cubrir el expediente, manteniéndose en pista mientras los coches calentaban gomas y durante la primera vuelta real de la prueba, retirándose al comienzo de la segunda. Es cierto que nos ahorramos el bochornoso espectáculo de Japón 2007 (18 vueltas duró aquello), pero también lo es que mientras Vettel arreaba hacia la Variante de Rettifilo levantando una abundante nube de agua a su paso que le protegía las espaldas, Glock (9º en la parrilla) estaba saliendo de La Parabólica, a más de 5 segundos de distancia, cuando en calificación había conseguido su puesto a 1’613 de Sebastian. ¿Justo? A mí no me lo parece.

Ha sido el propio Timo Glock quien ha cuestionado la supuesta seguridad del sistema advirtiendo que si ya eran habituales las montoneras en la primera chicane con una velocidad sensiblemente menor pues se salía desde parado, las posibilidades de que se liase bien gorda en la Variante de Rettifilo, aumentaban por alcanzarse ésta a mucha más velocidad tras la salida lanzada (la orden de tirar a toda pastilla la recibieron los pilotos en la recta de tribunas y en la Curva Parabólica; en Monza, zonas veloces como pocas), pero hete aquí que se olvidaba de contemplar que el hueco entre pilotos es mucho mayor en una salida tras el Safety que saliendo desde la parrilla, por lo que el paso por el citado encadenamiento de curvas se reduce a un mero trámite, como se redujo anteayer.

Y aquí quería llegar yo, porque ¿os imagináis el tradicional atasco en la Variante de Rettifilo con un hijo de Anthony Hamilton entre la 10ª y 15ª posición, pongamos por caso? ¿Al lado, o rodeado por, Heidfeld, Kubica, Kimi, Fisichella y Coulthard, y con Barrichello, Button, Sutil y Nakajima frenando a sus espaldas? A mi me habría encantado verlo, siquiera por poder decir más tarde que efectivamente había realizado una fabulosa remontada sin que cupieran dudas. Y ya puestos, también me habría gustado ver cómo cuidaba los neumáticos durante las primeras vueltas de la prueba sin la ayudita extra que le supuso tener que hacerlo al ritmo del Safety Car, ya que como vimos luego, lo de cuidar las gomas parece que se le atraganta al supuesto rainmaster.

Sí, habría pagado por poder verlo.