Un par de fines de semana... digamos que peculiares para Aston Martin, y muchos de los que han vivido desde marzo de la teta del «fenómeno asturiano» en medios y redes, han visto cómo de la noche a la mañana se agotaban las pilas de sus bolitas de cristal, o cómo sus contactos, que siempre prefieren mantenerse en el anonimato, se han vuelto inasequibles, como si estuvieran rodeados de alambre de espino o concertinas.
Como viene siendo costumbre en este tipos de episodios de exaltación sólo con viento a favor, a la mínima prueba de estrés saltan hasta los botones del calzoncillo. ¡Dios, qué complicado es vivir del cuento!
Os leo.
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