martes, 11 de julio de 2023

Ernesto...


Hemos perdido la guerra, Ernesto, pero te extraño tanto que la derrota me importa un pimiento en el instante de ponerme a escribir estas líneas. 

El caso es que me ha hecho recordar nuestras conversaciones en el Lighthouse, café mediante, ver a Brad Pitt en el santuario de Silverstone rodando una o varias escenas de no sé que obra cinematográfica que se estrenará el año que viene.

Confiemos en que el montaje siga haciendo milagros, aunque muy mal debe andar el asunto si el guapetón de Oklahoma no ha sido capaz de destacar su personaje entre tanto actorazo como abunda en el paddock. La peli la produce Hamilton, pretende ser inspiradora y se sugiere que va sobre 2007: piloto veterano que vuelve a los circuitos —como si fuese fácil— y se enfrenta a un compañero joven de ese color que usted me dice, que, para colmo, es un portento de chaval al volante, ya me entiendes.

No hay más que ver la compostura escénica que distingue a Carlos, para comprender de inmediato que Brad y Damson Idris no son pilotos de verdad. Imagino que se arreglará con una nota de efectos especiales porque así, a pelo, veo a los dos en una Alpha Tauri cualquiera, incapaces de superar a Tsunoda, como peces fuera del agua o pulpos en un garaje, perdiditos, que dicen, tal vez esperando que la FIA acabe arreglando una historia sin pies ni cabeza pero épica, muy épica, faltaría más.

Paul Newman en Winning, James Garner en Grand Prix, Steve McQueen en Le Mans; joder, Kirk Douglas en The Racers o Al Pacino en la abominable Bobby Deerfield... 

Con estos ejemplos no parecía tan complicado tomar este rábano por las hojas para enfrentarse a la ficción de nuestros mundiales y superarla, claro. ¿Qué le habrá contado Lewis a Brad para convencerlo? ¿En qué consistirá su asesoramiento? ¿Qué idea se habrá hecho Pitt de nuestro deporte para resultar tan artificialote en su papel...? Aunque, también te digo, Ernesto, a lo peor tenemos mucha responsabilidad los aficionados en la mierda de ideario colectivo que hemos creado entre todos, tan porquería que no cabe un feo de libro como Alain Prost...

Te leo, os leo.

No hay comentarios: