martes, 20 de diciembre de 2022

Eso que nos une


El primer ratito que eché inmediatamente después de proteger Nürbu en la Bahía de la Calavera Rota, lo dediqué a despedirme de mis amigos del Foro Pedro de La Rosa. ¿Por qué?, pues básicamente porque a todo el cariño que generosamente me habían brindado con anterioridad al 19 de diciembtre de 2017, se sumó a partir de esa fecha un hecho sumamente gratificante para mí, ya que gracias a Jose muchas entradas se compartían allí, y allí, precisamente, acumulábamos unas cifras de lectura que contradecían la tontería esa de que nadie lee textos largos, que los blogs son una cultura muerta, o que escribir tanto no lleva a ninguna parte... Como comprenderéis había mucho que agradecer, tanto en la parte humana —he hecho grandes amigos—, como en la otra, pues tantos años juntos y en tan grata compañía merecían siquiera que me tomara la molestia de quitarme la chistera y arrodillarme en muestra de infinito agradecimiento.

 

No quería desaprovechar la oportunidad de agradeceros personalmente lo mucho que me habéis dado.

José Antonio ni imagina que el primer texto que escribo después de meter Nürbu al congelador está dedicado al Foro Pedro de la Rosa, por él, por sus integrantes y por lo que habéis significado cuando hacía frío ahí fuera, por todo el cariño que generosamente me habéis regalado, por la acogida de mis idas de olla, y porque me siento increíblemente orgulloso de que me hayáis permitido formar parte de vuestra propia aventura.

Me quedan algunas entrevistas por hacer, realizar dos o tres reseñas sobre libros que ahora puedo leer, plácidamente, lejos de las urgencias que imprime seguir la competición casi al segundo; completar alguna historia de amor, homenajear las 24 Horas de Le Mans en su centésimo aniversario, algún cochecito a escala que merezca la pena, seguir con los Grandes Premios de España al menos hasta 1954 porque a los gallitos hay que seguir vapuleándolos, recordándoles que nuestro país ya era grande en automovilismo deportivo mucho antes de que ellos supieran para qué servían lo de las cuatro ruedas

Continuaré hasta donde pueda la historia de las 24 Horas y hay por ahí un par de proyectos de los que prefiero no hablar todavía, por cautela, porque, con la edad, uno empatiza mejor con el miedo a mencionar trabajos futuros que escenifican los que se dedican al teatro. Hay bastante por hacer hasta finales de 2024, pero sin prisas, cosa que agradezco...

He pensado mucho en Pedro. Los seres inspiradores los elegimos nosotros, no vienen empaquetados por la Autosport o la Motorsport para que los calentemos al microondas. Son nuestros e intransferibles así nadie lo entienda. El caso es que escogí a nuestro barcelonés y me sigo sintiendo arrastrado por su tesón y su sonrisa, por su capacidad para sobrevivir cuando tantos lo han dado por amortizado. Y sí, en el momento de verter estas palabras apresuradas él sigue siendo mi ejemplo a seguir. 

No me avergüenzo. Al contrario, es un honor poder considerarlo porque las buenas tramas siempre cuentan con secundarios de lujo y España ha dado muchos que nuestra envidia y complejo de inferioridad han arrinconado porque afeaban la película que vende el fino paladar anglosajón. 

Pedro es tierra sagrada para mí y no me arrepiento de nada con él. Es eso que nos une cuando afuera azota la tormenta, y lo que pretendo con estas líneas es recordaros que, dentro de la honestidad que se presupone a cualquier acto, no cejéis ni tanto así en evitar ceder terreno al enemigo, porque Inglaterra no paga traidores y disponemos de historia y panoplia de pilotos como para hacer palidecer a cualquier idiota.

Nürbu continuará a un ritmo diferente. Me despido de aquella manera, os agradezco infinito lo que me habéis dado, pero esto no acaba aquí, porque lo que nos une necesita riego diario y cuidado.

Os quiero. Os leo.

1 comentario:

Matador dijo...

Y aquí seguiremos entrando a leerte, al ritmo que tu quieras. Gracias por seguir regando.
Abrazotes y buen nuevo año!
Salu2!