sábado, 20 de febrero de 2016

Bernie, tenemos un problema


No corren buenos tiempos para la lírica ni para nada. La Fórmula 1 no podía quedar ajena a esta vorágine que adquiere cada día que pasa, casi categoría de crisis humanitaria, aunque desde el sofá de nuestra casa o nuestras comodidades cotidianas, se haga complicado imaginar que perdemos la vida en el Mediterráneo o salvando vaya usted a saber qué concertinas, qué vallas y qué fronteras.

Pero naufragamos a nuestra manera, a la forma occidental, que es a lo que vamos: sin movernos del sitio. Y en nuestra afición preferida, con más solera si cabe.

Si anduviera por aquí J-Car, seguramente nos estaría recordando con su ágil y certera pluma que la burbuja en que hemos vivido tenía que explotar tarde o temprano y que sólo nos quedaba imaginar el cómo. Y aquí estamos, en medio de una deflación deportiva en toda regla, con la bruja de Blancanieves dirigiendo un proceso de ajuste que en justicia, ni nos interesa ni debería intesarnos, pero real como la vida misma.

Hemos llegado a ese punto al que nadie sabe cómo se ha llegado, del que se querría huir pero no se sabe. Sin embargo, Bernie, los equipos y la FIA, sí conocen qué está sucediendo, y lo digo porque Red Bull ya no se marcha, porque Ferrari tiene más poder y es de justicia pensar que servirá de algo, porque Renault cobrará un plus como marca viejuna al menos hasta 2025, y porque ya se está pensando en los nuevos quebraderos de cabeza para los aficionados a partir de 2017 o 18...

Yo diría que estamos ante una demolición controlada. Económica, eso sí. El pastizal que se ha emitido en bonos y hay que reembolsar antes de 2020, valdrá un poco menos si el negocio no va tan bien como se esperaba. Es una cuestión de money, vulgarota, zafia, que nos ha pillado en medio, como a Lewis, a Sebastian o a Fernando.

Dan ganas de decir: Bernie, tenemos un problema, no nos merecemos esto, pero al británico se le ha entendido tan bien siempre y se le ha justificado tanto siempre, que también apetece decir a los que ahora mismo se ahogan en el ruido: naufraguen a gusto con lo consentido, con su compresión porque esto nunca ha sido una ONG, con su ceguera cuando el toro ya enseñaba los cuernos.

No corren buenos tiempos para la lírica ni para nada, pero por fortuna, la Fórmula 1 sobrevivirá a toda esta mierda.

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Impudicia.
Es la palabra que me viene a la mente cuando veo como se mueve Bernie, manipulando a la proveedora exclusiva de caucho y eficazmente secundado por su perrito faldero Charlie por si en el fragor de la lucha algo se escapa de control.
Y encima, convencidísimo de sus actos...
Yo también espero que la F1 lo sobreviva.