Descubro con estupor, que hasta Jaime Peñafiel se ha sumado al tsunami este tontorrón, que tiene al mejor piloto de la parrilla en el punto de mira de fobias incomprensibles... Como Mafalda, dan ganas de gritar ¡paren el mundo, que me quiero bajar!, porque está visto que los mayas dieron en la diana tasando en diciembre de 2012, el final de los tiempos conocidos.
Quizás estemos viviendo en periodo de prórroga. No lo sé y como de costumbre, tampoco es un asunto que me quite el sueño. Pero no me negaréis que vivimos momentos bastante chorras. Tanto es así, que los que se autodefinen ahora como ferraristas de toda la vida, han olvidado que era La Scuderia la que creaba sus mitos, la que enaltecía a sus pilotos y en una palabra, la que tenía la sartén por el mango en eso de definir qué era Maranello y qué era lo otro.
Lo digo porque anda el mundanal ruido empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino, agarrado como a clavo ardiendo al peor ejemplo de todos.
Michael no me cae bien, lo sabéis de sobra. Y la Ferrari donde militó mientras hacía papilla récord tras récord, aún menos.
Esto no debe sonar extraño. Soy del Athletic —hoy un poquito más que otras veces, ya me entendéis—, pero eso no me convierte en un tipo sin criterio. Hay etapas en las que no comulgo con la dirección del banquillo o con la presidencia, y otras en las que por no ciscarme en los muertos de alguien, sencillamente me aparto. Baste deciros que soy de Llorente y que no digerí bien a Marcelo Bielsa...
Pero a lo que iba, que no es otra cosa que este peligroso redescubrimiento del mito Schumacher que estamos viviendo, como si la de Il Cavallino Rampante no pudiese ser otra cosa que él.
Lo he escrito con anterioridad, pero ahí va de nuevo: me parece mal recurrir a Michael porque supone un exceso de presión sobre Vettel que no lleva a ninguna parte. Me parece mal porque trata de ocultar las pocas cosas buenas que ha tenido la última etapa dirigida por Montezemolo. Me parece mal porque pretende servir de cortina de humo ante un año que pinta bastante negro. Me parece mal, porque Ferrari ha sido guarrilla a veces, pero nunca tan cochinona como con el Kaiser. Me parece mal porque la figura del alemán solapa a la de la escudería. Y por último, me parece mal porque a Schumacher le echaron de la italiana y cuando decidió volver a los circuitos, lo hizo sobre un monoplaza de la competencia.
No es buen ejemplo Michael y ni siquiera sirve como señuelo. Maranello ha señalado de siempre a sus héroes pero acabó del alemán hasta el gorro, y la fábrica sabrá el por qué.
Así las cosas, con tanto arribista como tenemos en la actualidad, no es de extrañar que Lego haya desbancado a Ferrari como la marca con mejor imagen entre sus usuarios. Y es que a lo peor la vida es de juguete y ni Peñafiel ni nosotros, nos hemos enterado.
Os leo mientras entono el penitenciagite!
1 comentario:
AMEN.
Por cierto ¿Dónde susurra Peñafiel sus conocimientos automovilísticos?
Gracias.
Un saludo.
Álvaro
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