No vamos a echar las campanas al vuelo tan pronto pero hay que decir que esta tarde, a Kimi le han vuelto a salir en Hungaroring esas alas de querubín que llevaban tanto tiempo sin ser desplegadas para acariciar con sus plumas el aire.
Circuito ratonero, pista estrecha y Kimi en modo on sobre un F14-T que parecía hoy distinto porque distintas eran las manos que lo conducían. Sereno, confiado, el finladés entraba por fin en trance sobre el trazado magiar para descubrir a los que le daban por perdido, que con él nunca existen los finales felices o infaustos, que lo suyo es abundar en los puntos y seguidos para colmar nuestra paciencia y entrever así si le seguimos queriendo.
Partiendo 16 en la parrilla de Hungría gracias a que Kevin cedía su puesto para salir desde el pit lane, seamos sinceros, nadie antes de la carrera daba un euro por Iceman sobre su hierro rosso, salvo aquellos que estamos juramentados con él a las duras y las maduras, para llorar y reír, esperando que sucedan algunas conjunciones de astros mientras los huesos ruedan sobre la arena buscando respuestas y él encuentra ese espacio que le resulta tan necesario, en un entorno que hace tiempo he dado por perdido para los poetas.
Siempre es una bellísima palabra que utilizamos muy poco en un universo como el nuestro que está gobernado por las prisas y tasado en términos de rendimiento que sin embargo, ha cobrado un especial significado esta tarde en Hungaroring, al comprobar de nuevo por qué Kimi es Kimi.
Os leo.
Entonces ocurre como hoy, que Raikkonen nos hace un regalo para compensar tanto sufrimiento y vuelve a ser el Kimi sensual de siempre; el Kimi que roba besos a las curvas con madura suavidad; el Kimi que traza dibujos sobre el asfalto negro a mano alzada, sin salirse de su propósito ni presionar demasiado para no herirlo; el Kimi que encaja con talco blanco el mundo de afuera en el que lleva en su interior; el Kimi piloto que es capaz de terminar sexto después de haber salido desde donde salen los que cometen errores los sábados de calificación, o aquellos otros, como él, cuyas opciones fueron desperdigadas por el suelo por su propia escudería...
Siempre es una bellísima palabra que utilizamos muy poco en un universo como el nuestro que está gobernado por las prisas y tasado en términos de rendimiento que sin embargo, ha cobrado un especial significado esta tarde en Hungaroring, al comprobar de nuevo por qué Kimi es Kimi.
Os leo.
5 comentarios:
Gran carrera la de esta tarde, con muy buenas actuaciones individuales de unos cuantos pilotos. Todo ello gracias, por supuesto, a que las condiciones de la pista se encargaron de mitigar las diferencias abismales entre máquinas.
Lástima que no se pueda ver igualdad cada fin de semana.
Gracias por tu blog.
Bianchi es el futuro. Con ese hierro va decimosexto en el mundial, por encima de Sutil, Maldonado, Gutiérrez o Ericsson y ha colocado a Marussia por encima de Sauber.
Eso significará un buen montón de dinero al final de la temporada para Marussia si se mantienen por encima de Sauber y Caterham.
¡Cachissss! ¡¡Yo que pensaba que ibas a hablar de Ricciardo y de el compañero segundón ese de equipo que tiene, que saliendo en P2 con un coche que le gustaba el sábado hizo una carrera para recordar (recordar para aprender de ella, se entiende) en la que nos mostró cómo se controla un trompo en un F1 del 2014 con maestría indiscutible!!. Seguro que te queda mes para el martirio...
Ricciardo on fire !!
Lo de Vettel también es un estado de animo. Le falta confianza a espuertas. Volverá, pero este año tiene pinta que va a ser una muesca en su CV.
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