Vaya por Dios, todo el mundo recordando el Singapurgate olvidando leer las actas del juicio al que fue sometida La Régie —son públicas, no temáis descubrir que el promotor de la feliz idea fue el propio Nelshino—, que si no llega a ser por Briatore nos habríamos quedado sin el Michael Schumacher que conocimos después, incorporando a la ecuación el juguete que puso en manos del alemán en 1994, ni Alonso, y, en síntesis, que deberíamos estar felicitándonos por su retorno, pues, a diferencia de los meapilas que dirigen actualmente los equipos y el cotarro, el italiano es un racer de los auténticos, un tipo que busca ganar y no repara en gastos a la hora de conseguirlo.
Nadie le perdonó nada ni le condonaron la sentencia, la justicia civil simplemente la declaró nula a todos los efectos porque el proceso FIA supuso una farsa llevada a cabo sin garantías procesales...
Se desapegó de todo esto al estilo Kimi. Tan hasta los huevos estaba de los tejemanejes del paddock —esos politiqueos que os irritan tanto—, que decidió pasar de todo, no fuera a ser que le volviera a tocar rendir lealtad a un cobarde al que no quieren ver en pintura ni en Nissan ni en Renault, que huyó de sus responsabilidades buscando tierra sagrada en el interior de una maleta para altavoces.
Obviamente desconozco los términos exactos que perfilan su nuevo cometido en Alpine, pero imagino que Di Meo lo ha llamado para que recupere el poder perdido por la escudería francesa estos últimos años de melifuidades e idioteces, y si hay alguien que puede revertir la situación es él, a sus 74 años, porque es un tahúr que puede dejar en pelotas a todos los tahures británicos y alemanes juntos, también a sus compatriotas, de manera que intuyo que quien tiene que tener las avellanitas a la altura de la garganta es Stefano Domenicali.
Liberty tenía todo controlado y acaban de meterle un lobo en el corral, que ni siquiera tiene que fingir ser oveja.
Os leo.
1 comentario:
ha llegado el jefe... sin mas que decir.
Publicar un comentario