Las primeras notas de diciembre se han llevado consigo a Blancanieves y en el bosque queda un silencio seco y frío, difícil de llenar...
Donde quedamos los demás, en la tierra de los hasta luego y hasta nunca, el tiempo, ese cabrón de siete suelas que acecha desde la luz y las sombras y del que únicamente sabemos que pasa y no volverá, continúa haciéndose el orejas ante nuestras miserias y hazañas vitales; convirtiendo en polvo todo lo que toca, desatendiendo que se dejaran encargados los pastelitos de cumpleaños y pagada la primera ronda de cafés, e impidiendo, al que resiste su mirada desde el horizonte, evitar la sensación agridulce de no saber hasta qué punto se ha acariciado y besado lo suficiente mientras los segundos se agotaban como agua entre los dedos, sin saberlo, claro.
1 comentario:
Para los que ya peinamos canas, nos queda la sabiduría de los años y los pequeños achaques de la edad. Mirar atrás y recordar los buenos momentos me sirven para volver a degustar en mi mente aquellas vivencias por las que merece la pena transitar en este mundo.
Un saludo, abrazos y demás carantoñas para todos los que pululan por este blog de Antonio L.
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