sábado, 17 de febrero de 2018

Halo, solución integral [12-01-2018]


Ésta es la típica entrada de la que te arrepientes en cuanto descubres que los Haas y Williams presentados como monoplazas 2018 han incorporado el bendito elemento de la manera más ramplona posible —¡con lo bonitos que lucían algunos Halo en Abu Dhabi!—. Sea como fuere, el Halo está de rabiosa actualidad y bien merece que lo revisitemos hoy sábado con esta entrada que publiqué el mes pasado en mi rincón de MomentoGP.


No quiero amargar la fiesta a nadie, pero todo lo que hemos visto sobre el Halo hasta ahorita mismo, que dicen, podría quedar viejo en cuanto veamos las soluciones que comenzarán a presentarse a finales de este mes, o como muy tarde, a comienzos del próximo.

El Halo es feo, parece hecho a mala baba, produce un rechazo infinito y hay quien afirma que destruye el ADN de la Fórmula 1, pero es obligatorio en 2018, de forma y manera que todo los coches de la parrilla van a tener que incorporarlo.

Otra cosa es cómo lo hagan, obviamente, porque en su integración definitiva en el vehículo va a tener mucho que ver la filosofía que le dé cada departamento de diseño, tal y como ocurre, por ejemplo, con la estructura anti impacto que oculta el morro de los monoplazas, idéntica para todos pero gestionada al gusto para cada modelo.

Os confieso que yo mismo he hecho de tripas corazón. Como mal menor entiendo que haya que cubrir la cabeza del piloto de alguna manera, a pesar de que instintivamente asocio nuestro deporte a poder ver el casco y las manos del conductor sin estorbos. Pero los tiempos mandan e imponen su criterio, así que por evitar males mayores asumo que hay que perder un poco de esencia con tal de seguir disfrutando de nuestros muchachos sin tanto funeral como había antes. En este sentido, me decanté por la cúpula cerrada, miré para otro lado cuando Red Bull presentó su aeroscreen, y maldije la hora en que se impuso el cachivache éste como solución inmediata a un problema que me parece mucho mayor.

El Halo no pararía el muelle que por poco se lleva por delante a Felipe Massa en Hungría 2009, por ejemplo. No sé si evitaría el impacto de un neumático o una pieza como las que terminaron con las vidas de Henry Surtees o Justin Wilson. Y en el caso de Jules Bianchi, tampoco soy capaz de calibrar si con él habría sido menor la brutal deceleración que sufrió el cerebro del piloto francés al encontrarse con la grúa en Suzuka —a fin y a cuentas la causa última del desenlace fatal—.  En cambio, sí tengo claro que cualquier protección, por fea o aparatosa que sea, es mejor que nada…

Dicho lo cual, de momento hemos disfrutado del armatoste en su forma sintética adaptado a cada uno de los coches de 2017, pero resulta lógico pensar que en cuanto deje de ser un apaño que parece un andamio hecho con tres hierros, esté integrado en el paquete de soluciones de la célula de seguridad y pase todos las pruebas de la FIA, ofrecerá un aspecto seguramente muy diferente.

Como muestra de que no todo está perdido en cuanto a que podamos terminar aceptándolo entre nosotros, me he permitido encabezar esta primera entrada de 2018 con un magistral ejercicio de estilo que ha surgido de la mano del artista Olcay Tuncay Karabulut. Es casi un fijo en la quiniela que no serán así, pero ojito con las interpretaciones, que ya vimos lo que daba de sí la creatividad extrema en el Lotus E22 de 2014, sí, aquél que presentaba una nose bifurcada y asimétrica.

Una vez integrados en los monoplazas, si aguantan los esfuerzos establecidos por la FIA y responden a los márgenes de medidas, todo es posible, incluso que nos enamoremos de ellos porque además de una solución integral resulten fardones.

Os leo.

1 comentario:

Bertor dijo...

Comentas varios accidentes en los que no crees que el Halo hubiese solucionado mucho. Pero olvidas el de María de Villota. ¿No crees que de haber existido el Halo ella habría evitado su accidente? A mí tampoco me gusta, pero si al menos evita un sólo accidente...