miércoles, 30 de julio de 2014

¡Bailad. Bailad, maditos!


Me resisto a asimilar que esta temporada que suponía la panacea para todos nosotros, y los otros, incluso para los integrantes del paddock y la parrilla, huela a entierro prematuro en agosto a falta de ver quién hace de finado y quién baila sobre el ataúd.

No puede ser que hayamos claudicado tan fácilmente que nadie busca gatos encerrados, ni hace preguntas, ni sopesa lo terriblemente extraño que resulta todo... Lewis y Nico, fin de la cita.

2014 apareció en el horizonte de 2012 como el escenario de retorno de los motores turbo. Quien más y quien menos encontró fotografías en el armario de aquellas bestias que arrojaban toneladas de caballos de potencia sobre los trazados de los ochenta del siglo pasado, y las compartió para que se nos pusieran a todos los colmillos largos. El pretérito, así, hacía a la vez de maná en el desierto del dominio apabullante de Red Bull y también de gusana en el anzuelo al que quedaríamos prendidos por la boca como pececillos ingenuos, al haber olvidado en cero coma tres segundos, que con Bernie y su tropa no conviene dar jamás nada por seguro.

Y el caso es que la vieja bruja de Blancanieves se nos está yendo de rositas porque nadie le recuerda que como jefe supremo del tinglado, él es el mayor responsable del actual estado de cosas, por imponer a Pirelli para perder 2 segundos por vuelta con respecto al año pasado, y por haber dejado hacer a la banda de ilusos que le ríen las gracias con tal de que el río, revuelto de narices, le supusiera una nueva ganancia como pescador que le permitirá desdecirse de aquello que dijo acerca de que había comenzado a sopesar seriamente si había llegado la hora de pensar en el retiro.

Bernie no se retirará nunca, antes acabará con todos nosotros. Morirá con las botas puestas como hacían los buenos en las películas del Oeste y a sus costados, yacerán héroes prefabricados como Sebastian, sueños artificiales como Brawn GP y sin duda, todos y cada uno de sus numerosos enemigos, incluso la Fórmula 1, mientras él sigue susurrándonos al oído: ¡Bailad. Bailad, madiltos!

El negocio va mal. Está en caída libre pero no deja de apostar por nuevos escenarios y Bernie resucita de sus cenizas para buscar un nuevo rumbo que asegure la viabilidad del espectáculo. El entierro se acelera porque huele la intemperie y en la caja negra que llevamos a hombros solo hay un montón de piedras ya que en el fondo nunca ha importado quién pierde y quién gana, sino quién ríe el último y quién baila sobre el ataúd con la chistera en la mano.

Os leo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperemos admirado Orroe que nos podamos sentar en la puerta para ver pasar el cadaver de Bernie pronto, sino esto tiene muy mala pinta para este pseudodeporte y sus seguidores.


amperimetro
@AmperimetroF1

Aficionando dijo...

He vuelto a leer el artículo En serio, ¿tan malo es? Y los tres comentarios de J-Car. Habéis dado en el clavo. Ahí está todo. Fantástico.

J-CAR dijo...

¿Por qué Jose suele hacer referencia a historias y personajes conocidos para explicarnos esta Formula 1? Quizás por que no hay nada nuevo bajo el sol. Todo ha sido ya mil veces contado y mil veces dicho. Pero hay que saber mirar y atreverse para saber recrear de nuevo el mundo.

http://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2014-01-26/editorial-de-luis-del-pino-suspension-de-la-incredulidad-69101.html

“¡Bailad, bailad, malditos!” Brillante título, con una gran carga connotativa que hace que se dispare la imaginación. Pero aún más lo era su título original: “¿acaso no rematan a los caballos?” porque de eso es de lo que va realmente la historia. Vuelve Colin Kolles para darle el tiro de gracia a otra escudería. Yeongham, Buddh, Valencia, Estambul… ¿Y cuanto talento desperdiciado? Y millones que vuelan de mano en mano para acabar siempre en el bolsillo de la banca. Pequeños incautos que apuestan sus últimas esperanzas por la comida del día y la posibilidad de un premio mayor. Pero también grandes imperios, ¿alguien se acuerda de Leo Kirch?

El siglo acababa con los equipos, la FIA y Bernie como socios de SLEK, la explotadora de los derechos comerciales de la F1, al frente de ella el que les había hecho millonarios a todos. Pero las grandes marcas fueron entrando y exigían otra forma de hacer las cosas. En 2000 Bernie vendió a EMTV por 1300 M$ el 50% de SLEK y él seguía al mando. Los constructores se asociaron (ACEA), estaban atados hasta el 2007 y no querían perder el control de su inversión, estaban dispuestos a comprar SLEK. En el 2001 el Bayerische Landesbank financió con 1600 M€ al gigante mediático grupo Kirch para hacerse con el 75% de los derechos de la F1, el 50% de una EMTV al borde de la quiebra y un 25% más por 987 M$. Los planes de Kirch pasaban por la televisión digital, emisión multicámara, el pay per view y, sorpresa, por dejar a Bernie al mando de todo. Al año siguiente, ante la inminente quiebra del grupo, Bernie le ofreció 800 M€ por los derechos. Estos acabaron en manos del acreedor Bayern LB, del que Gribkowsky era responsable del control de riesgos y que tendría gran influencia en la tasación del activo. Finalmente Bernie, emboscado tras CVC, recuperó los derechos por 850 M$ pagados al banco más 44 M$ pagados a Gribkowsky. Bayern LB ya ha conseguido 8 años de cárcel para su exdirectivo y reclama 10 años para Bernie y 400 M$ por daños y perjuicios.

¡Saludos!