Off to the races

Me había prometido no volver a hacerlo pero aquí me veis, incumpliendo una vez más mi palabra, escuchando la canción de Lana del Rey que da título a esta entrada y luchando a brazo partido con una conexión a Internet que hoy parece Silverstone bajo el diluvio, intratable, insufrible y abonada a que cada curva que tecleo me produzca un susto.

A ver, que uno critica que este 2014 parezca un truño como monólogo y parece que ha nacido ayer, y aunque como decía más arriba me había prometido no volver a salir en ayuda de los que como Bernie solo ven dinero en todo esto y se aprovechan de la solidaridad y buena voluntad de los que dale que dale cada día, mantenemos el tinglado a golpe de recuerdo y aspiraciones varias, el cuerpo se me ha revuelto esta tarde tras leer innumerables veces, demasiadas, para ser concisos, que esta Fórmula 1 resulta insoportable.

Bien, nos han vendido la moto del espectáculo de los cogieron y comprendo que haya más de uno que se haya creído que esto viene a ser como pasarse por el McDonalds y pedir una hamburguesa que menos de vaca es de cualquier cosa, pero que te servirán en diez minutos y para colmo, con la conciencia tranquila al respecto de que el ir rápido por la vida es mucho mejor que tomarte tu tiempo en cocinar en casa una buena chuleta de cinta ancha en la carmela de toda la vida, con sus correspondientes ajitos crujientes, a la que acompañarán una vez servida en el plato unas patatitas fritas que has pelado y cortado delicadamente y has frito en sartén aparte, y cuya guarnición serán unos pimientos que has escogido y limpiado bajo el grifo, y abierto con el dedo o el cuchillo para que no te salten cuando los metas en el aceite hirviendo...

Despertad, ilusos. La vida tiene una serie de complicaciones que merecen ser tenidas en consideración porque al final suponen el intríngulis, esa cosa minúscula que hace que salte la banca y que tiene muy poco que ver con el apresuramiento que nos corroe cada día porque nos han prometido que todo va rápido cuando del primero al último mono, todos deberíamos saber aquí que esto va lento como un demonio cojo y que su gracia consiste precisamente en saber esperar y en estar atentos a apreciar lo que queda en el plato.

No he hecho la prueba pero me jugaría la mano con la que dibujo a que el 90% de los que recordáis el incidente entre Alain y Ayrton en Suzuka 1989, piensa que tuvo lugar a poco de haberse dado la salida.

Pues no, corazones, ocurrió en la vuelta 46 de las 53 de que estaba compuesta la prueba. Y si queréis mi opinión, la carrera en sí, resulta un coñazo insoportable de ver salvo por lo del intríngulis que decía más arriba. Prost gobernó 43 giros con mano firme y Senna, quien llevaba tiempo presionando al francés, encontró oportunidad para meterle mano a falta de tan solo 7 para el banderazo final.

Nigel Mansell perdió sus oportunidades en Australia cuando la prueba de nuestras antípodas era la última de la temporada y le reventó el neumático trasero derecho...

Podría seguir relatando momentos épicos de nuestro deporte que han quedado prendidos de nuestras retinas, pero no llegaríamos a ninguna parte porque la prisa nos devora los talones en la actualidad.

Esto es Fórmula 1 y siempre ha sido así. Un mundo diferente que muy pocas veces destila ese aroma que nos dice: yo lo he vivido. No hay hamburguesas precocinadas de chicha cuya identificación correspondería al CSI de Los Ángeles, sino platos que a veces salen bien y otras mal, porque tienen su propia rutina y se corresponden con una tranquilidad de espíritu que tiene más que ver con la cocina en fuego que la realizada en microondas.

¿No estáis preparados? Pues lo siento, porque a buen seguro os vais a perder momentos únicos.

Os leo.