No tiene ocho tentáculos pero sí unas gafas de maimitarra que
tirán para atrás. Se llama Marco y se puso en el garaje de Ferrari como
general con mando en plaza durante el transcurso del pasado Gran Premio
de China. Sustituía a Stefano, pero apenas se notó la ausencia del de
Imola en el box de la mítica.
Le pudimos ver cobarde con el nuevo ambiente, como con miedo a meter la gamba
en una escuadra acostumbrada a meter la pata hasta el corvejón. Más de
oyente que de participante, para que nos entendamos, dejándose aconsejar
en todo caso; palpando el terreno, que dicen.
Y el caso es que su irrupción en el
escenario coincidió con el podio de Fernando y una cosa lleva a la otra y
ya hay quien piensa que Mattiacci, aunque apenas aportase nada al
garaje de la rossa salvo acaso un bronceado hoy por hoy desconocido en el paddock, trajo bajo el sobaco esa pizca de suerte que siempre se ha mostrado esquiva a La Scuderia desde que se evaporara Todt por el sumidero de la FIA.
La fortuna y sus cosas, ese mundo tan nuestro y a la vez tan
olvidado. Ingrediente imprescindible para entender las carreras que sin
embargo, rara vez se contempla en las ecuaciones y las quinielas. Lo que
me lleva a preguntarme si en Shanghai tuvo suerte el Nano o la diosa le
sonrió descaradamente al nuevo jefe de filas en su primera aparición en
escena, pero no por nada especial, sino por guapo.
Sería bonito saber la respuesta, al menos esa en concreto, porque los
problemas del F14-T, cuyo nombre se eligió por sufragio universal,
recordemos, al parecer permanecen y ya se apunta a que para Barcelona el
monoplaza italiano estrenará nueva nose y hay quien apunta en las alturas de lo nuestro a que se va a parecer al del W05 de Mercedes…
¡Ya me fastidiaría que fuese así! Sí, me jodería bastante que Ferrari
copiase otra vez las soluciones del equipo que lleva la batuta, pero no
por lo que estáis pensando sino más bien porque sería como vestir a un
santo con dos revólveres.
El F14-T trabaja la downforce sobre un fondo plano bastante
horizontal, de manera que tiro los huesos sobre la arena y vislumbro
como alternativa más adecuada para mantener el tipo, un cockpit menos erguido y un morro estilo Williams. Sí, así sí lo veo.
Sea como fuere estamos a dos semanas escasas de comprobarlo y lo que es seguro, es que en el Gran Premio de España el pulpo maimitarra de gafas grandes y oscuras, el de Oviedo y la diosa Fortuna, jugarán otra vez sus respectivas cartas en Montmeló.
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