miércoles, 9 de abril de 2014

Redención y salvaje optimismo


Estoy rodando una película en la que intrepreto a un policía y a un ladrón que visten, atrapan y roban, vestidos con traje y corbata. Por momentos soy Robert de Niro y a ratos Al Pacino, y me temo que como le ocurriera a Arturo Bonín en Amanece que no es poco, cuando aquello de que escribió una novela tan buena al estilo Faulkner que acabó dando con sus huesos en el cuartelillo ya que resultó un plagio mayúsculo de una obra del legendario escritor estadounidense, al paso que va la historia, a la mía me refiero, seguro que me sale una réplica exacta de una cinta que firmara Michael Mann hace ya unos años.

Estoy pensándome todavía si la titulo Heat. Supondría un exceso, sin duda, pero visto lo visto que llevo trabajando en el invento, cómo me está quedando y que sigo siendo portugalujo aunque ahora milite en Gorliz, a lo mejor ni me molesto en cambiarle el título…

Creo en los milagros, en la redención de los hombres y en eso de que visitar el pasado te reconcilia con el presente y abona además, el terreno para encarar adecuadamente el futuro. Esta semana ha sucedido uno.

Veréis. Cuando empecé a escribir este blog, el mundo se dividía entre los que negaban que Hamilton pudiera copiar las telemetrías de Alonso para mejorar sus números, y los que creíamos que el ardid no solo era posible sino que resultaba necesario para entender muchas cosas, como por ejemplo, el empeño enfermizo del británico por llevarse la extra lap en calificación.

Corría 2007 y Lewis y Fernando pilotaban para McLaren. Entre los negacionistas de la importancia de las telemetrías se encontraba un importante elenco de periodistas y listillos que contaminaban desde las páginas de sus respectivos púlpitos, entre otros, a mis cuñados. Al otro lado, aguantando la de dios es cristo y el bombardeo continuo en listas y foros, nos manteníamos pie a tierra y apretando los dientes, un pequeño grupo de insurgentes que rechazábamos creer las tonterías que se vertían desde la Pérfida Albión cuando mira tú qué cosas, la misma prensa que ahora pone velas a San Jorge por el retorno del asturiano a Woking, comenzaba a llamarle despectivamente hidalgo español, justificando una y otra vez todas las tropelías que sucedían a su alrededor.

En lo que a mí concierne, era la época de El País o yo, y lógicamente, fue quien os está escribiendo el que salió de la trinchera con su viejo kaláshnikov para defenderse desde estas humildes páginas… ¡Qué tiempos! Dennis salió con el rabo entre las piernas de aquella historia. Hamilton perdió por impericia el que muy bien podría haber sido su primer campeonato. El Nano comenzó su largo deambular por el desierto mientras la prensa anglosajona seguía dándole cera y en España lo ponían de vuelta y media; y yo dejé de leer El País y a según qué gurúes y especialistas de la cosa.

Pero hablaba antes de que había sucedido un milagro esta misma semana y consiste en que uno de los protagonistas de aquel episodio que acabo de narrar, Lewis concretamente, ha señalado precisamente a su compañero en Mercedes de copiar sus datos para mejorar su rendimiento.

Tiene su gracia, no me digáis que no. Talento y datos, experiencia y datos, tecnología y atajos. Nueva Fórmula 1 que busca su redención en el pasado mientras exterioriza un salvaje optimismo frente al futuro, a pesar de que en el fondo todos sepamos que nada será lo mismo.

Heat, finalmente titularé así lo que estoy haciendo, ¡qué demonios!


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