Aldo Costa es una de esas personas a las que se acaba cogiendo un
profundo cariño. Cuando estaba en Maranello era la diana de las iras de
los que definiéndose como entendidos, arremetían contra él como foco de casi todos los males que aquejaban a la de Il Cavallino en 2011, exigiendo su salida inmediata y su cambio por un british,
así, en plan intercambio de papeles, y como Pat Fry ya andaba por allí
haciendo de mano derecha de Costa precisamente, como que el futuro de la
rossa comenzó a pintar de golpe y porrazo de rosa.
Pero se ve que Fry no era todo lo british que se precisaba, porque pasó 2011 y 2012 también, y en 2013 se anunciaba la arribada de Allison como refuerzo en La Scuderia…
No me voy a poner a preguntar si dos british
valen lo mismo que un Aldo porque me sé la respuesta y en el fondo no
es a lo que iba en esta entrada dominical que huele a lucha desigual
entre minúsculo David y fútbol Goliat, gigante donde los haya que no
deja ni las migajas para aquellos que en días de asueto como hoy mismo,
hacemos gala de profesar otros amores deportivos que nada tienen que ver
con dar patadas a una pelota.
En fin, decía que Costa es un tipo al que le coges cariño sin apenas
darte cuenta, porque es transparente y su aspecto afable y su sonrisa
casi permanente, porque siendo italiano no pretende pasar por británico y
porque aguantó estoicamente todo lo que le cayó encima en aquel
entonces, incluso que cuando lo llamó Ross Brawn para fichar por
Mercedes, los de la primera frase argumentaran con bastante simpleza,
que el grandullón estaba haciendo un favor al viejo amigo.
Y el caso es que el favor de los demonios debió ser mutuo, porque fue llegar Aldo a Mercedes AMG y que comenzaran a pasar cosas.
Obviamente él no era el responsable. Era una pieza más de un engranaje
que tras tres años naufragando, convenientemente renovado y sin Norbert y
Michael, comenzaba a ofrecer resultados. Y ha llegado 2014 y Ross ya no
está aunque queda su legado y su visión del mundo. Nico y Lewis van
como tiros porque el W05 parece una pequeña obra maestra a pesar de que
Aldo el desterrado ha contribuido a tallarla desde la mesa de dibujo.
Pienso en las estrellas y en si te miran con el ojo bueno o con el
malo. Si andas solo por el mundo puedes tornar el mal augurio en fortuna
a poco que seas algo espabilado, pero como trabajes en grupo y alguien
te señale como mal de males, vas listo como no cojas el petate y
busques una estrella que te mire mejor. Parece sencillo pero no lo es
tanto, e intuyo por tanto que Aldo tuvo una suerte genuina cuando en su
camino lejos de Ferrari encontró la estrella de tres puntas que le
ilumina ahora, porque a partir de los éxitos es más fácil seguir
cosechando más y más éxitos que cuando con las piernas rotas o
descoyuntado, el fracaso comparte contigo la almohada y el desayuno, y
el almuerzo y la cena si nos ponemos.
Me alegro como no podéis imaginar que un buen ingeniero como Costa
esté detrás de una cosa tan bonita y eficaz como el W05 de Mercedes AMG.
Le sentaba mejor el blanco y el rojo de sus antiguas camisas, es
cierto, pero así y todo, de blanco y pantalón oscuro, se le ve más feliz
que antes y eso es lo que cuenta.
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