domingo, 5 de noviembre de 2023

Y de pronto...


Me guío por la posición de las estrellas incluso cuando la luz cegadora del sol las oculta, por el rumor de las olas o cómo me acaricia el viento la cara, un universo de estímulos tontos que ni entiendo del todo bien ni espero que nadie comparta. 

El caso es que anteayer, durante la clasificación, viendo que Lance se aupaba a la cuarta posición y el Nano cerraba la Q3 inmediatamente detrás, pensé que la mayoría de equipos ya tiene las maletas hechas y ello suponía una bonita ventana de oportunidad para una Aston Martin que llegaba a Interlagos sin haber resuelto sus problemas, pero con los colmillos afilados. El resultado de la Sprint me corroboró que Silverstone guardaba cartas y hoy podía ser un día grande. Una quinta o sexta posición para el asturiano y a brindar, ya me entendéis.

Pero el SF23 ha anulado a Leclerc, se enredaban Albon y Magnusen provocando la interrupción de la carrera, y se me ha puesto una sonrisa idiota en la cara que no voy a describir...

Siento en el alma que muchos todavía no hayan metabolizado que el mejor piloto de los últimos veinte años no suma ni el mayor número de récords ni de títulos, obviamente, ni valoran qué significa para un personaje de otra época como Fernando, tener ante sí un milímetro cúbico de suerte y saber lo que puede hacer con él.

Por ponernos en situación, Lando Norris ha terminado 26 segundos por delante del de Oviedo, el mismo espacio de tiempo que ha dado cobijo a Sergio Pérez, Lance Stroll, Carlos Sáinz y Pierre Gasly, el séptimo clasificado, aunque si queréis ampliar datos podemos situar en el banderazo final a Lewis Hamilton a 28 segundos de Alonso y a Yuki Tsunoda a 35. No, a pesar de las apariencias el AMR23 no se ha mostrado como un killer medianero en Sao Paulo, sino como un monoplaza que, con sus notables carencias, ha destacado por las manos de Lance —soberbio hoy el canadiense—, y las de Fernando.

Todo iba razonablemente bien hasta que Red Bull ha ordenado a Checo que tumbara las murallas de Jericó haciendo sonar sus trompetas. Entre el de Guadalajara y el tercer cajón sólo había un impedimento, un individuo que no debería estar ahí, un poema roto que sigue proporcionándonos frases compuestas de manera delicada y prodigiosa; un verso suelto, libre; un tipo que no tenía cabida en proyectos grandes, al que se le ha negado el pan y la sal —lo acuñamos en Nürbu, así que ya sabéis cómo me siento—, un piloto que marca el territorio prohibido para los demás porque tiene todo su pasado por delante y una leyenda negra que defender.

Las vueltas finales del Gran Premio de Sao Paulo han sido una pelea de perros de libro (dogfigth) entre dos incandescencias que buscaban el mismo lugar en el podio. Y de pronto, ese sujeto al que se odia tanto se ha impuesto por menos de una décima de segundo, prácticamente en la línea de meta, a otro de los malhadados por el establishment. Por arrojo y experiencia, mayormente, aunque mi buen Sergio sufría dándolo todo y a Fernando, bajo el casco y el balaclava, quizás se le notaba que estaba disfrutando como un puto enano rompiendo por enésima vez el guión.

Os leo.

4 comentarios:

Matador dijo...


Ese podio, con la masa enfervorizada, en la casa de Senna, vitoreando a FERNANDO ALOOONNSO por encima del himno de Países Bajos es más valioso que once cartonatos del mundo. Y en ese podio, hoy, está lo mejor de la Fómula 1.

Salu2!

Antonio L. dijo...

Ayer cuando Fernando adelantó a Checo en la última oportunidad después de ser adelantado (gran Checo) tras una defensa a ultranza maravillosa, pegué un grito de alegría junto a la contención de la respiración hasta la llegada final, que compensa toda la "pastuqui" que me cuesta DZAN. Que espectáculo, que maravilla, que pilotazos.

Hoy todo al que le guste la F1 estará saboreando lo que de Imola a Interlagos un asturiano ha estado haciendo cada gran premio que ha disputado cuando el cacharrillo motorizado le ha dejado competir. Todos los pilotos y expilotos que pueblan este mundo (excepto aquellos que su propia envidia les impida ser honestos consigo mismos) no creo que tengan dudas de quién es uno de los más grandes carreristas de este deporte de todos los tiempos (para mí está en el pódium de los tres mejores, pero que cada uno elija a los suyos).

Vaya chute de moral, de alegría, de seguir en la lucha que les ha proporcionado Fernando a los de Aston Martin. Hoy por la mañana todos los empleados de la fábrica van a trabajar (si la resaca les deja) con más ahínco si cabe en el unicornio con ruedas de la temporada que viene. Olé por la decisión de sacrificar dos grandes premios en aras de visualizar y comprender cual es el camino correcto del desarrollo.

Las grandes y no tan grandes escuderías ya no lo valoran por tener 42 tacos de experiencia con un cuerpo de 32, ellas se lo pierden. La grandeza se demuestra con hechos, los hechos con manos y las manos con un vehículo decente.

Pero como disfruté ayer,........... como un nano.

Un saludo de un alonsista.





telonnius dijo...

Qué grande Fernando, una carrera y unas veinte vueltas que quedan ya siempre para el recuerdo. Pero también destacar que este juego no se puede hacer con cualquiera y ahí hay que sacarse el cráneo con Checo. Además de gran piloto, qué limpieza en el juego; y el acercarse a Alonso después y el abrazo... joé, se me ha mentido algo en el ojo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Que maravilla de carrera!!!!
Hacía mucho mucho que no lo disfrutaba tanto. Pilotado por un maestro, el Aston Martin nos ha vuelto a sorprender, esta vez para bien. Quien puede entender esta alterancia en el rendimiento de los equipos?
Creo que estas últimas vueltas de Fernando y Checo quedarán en los anales de la historia de la Formula 1.
Insuperable.
Un saludo a todos.
Álvaro.