sábado, 27 de abril de 2019

Suicidarse o morir


No está el horno para bollos en chez Ferrari. De manera independiente al valor que queramos darle a la idea de poner gomas más duras en Q2, en un circuito delicado como Bakú con temperatura del asfalto en descenso y con los pilotos tirando al máximo, lo palpable ha sido que Ferrari luchaba contra sí misma en Azerbaiyán, en vez de contra Mercedes AMG.

El fin de semana está resultando peculiarmente complicado para Vettel y Leclerc. El alemán sigue sin encontrarse y su compañero se va afirmando en sus aspiraciones como líder de la rossa en un escenario que todavía no ha asimilado el cambio de compás, a resultas de lo cual, Sebastian continúa mostrándose bastante anodino, por no decir recurrentemente incómodo, y Charles pretende ir más rápido de lo que aconseja su corta experiencia en un equipo de cabeza.

El estúpido accidente de Leclerc en la curva 8 ha dejado en evidencia los extraños límites en que se mueve Mattia Binotto.

Si el de Montecarlo venía siendo más rápido en la capital azerbaiyana y este estatus se podía mantener en carrera, resulta obvio decir que tanto él como Vettel debían tenerlo meridianamente claro antes de comenzar la Q1. A fin y a cuentas se trata de contener o tratar de batir a la de Brackley, y desde una perspectiva de equipo, a la de Il Cavallino le tendría que dar lo mismo qué conductor está delante o detrás mientras se cumpla con el objetivo marcado.

Si por el contrario, el planteamiento pasa porque a pesar de los resultados el de Mónaco haga de segundo del de Heppenheim durante la carrera, parece claro que el chaval debería saberlo desde antes de la clasificación, lo que sin duda le habría ayudado a gestionar mejor la presión...

Lo miremos como lo miremos, Vettel y Leclerc han luchado en Bakú por ver quién la tenía más grande, y si esto es aceptable en Mercedes AMG ya que la alemana lleva suficiente ventaja como para permitirse estas y otras lindezas, en Ferrari roza lo grotesco porque error que comete la italiana, error que aprovecha su máximo rival para continuar distanciándose...

Vamos para nuevo doblete de las estrellas de tres puntas salvo que medie un milagro o Toto se saque de la chistera uno de esos regalos que favorecen que el espectáculo siga vivo. La experiencia de Vettel no alcanza para llevar su SF90 a pisar los callos de Bottas y Hamilton, y la inexperiencia (y las prisas) de Leclerc lo han llevado a cometer un error monumental que le obliga a salir décimo, a pesar de que con él al volante, el cacharro rosso parece un monoplaza diferente.

Suicidarse o morir en el intento... Bueno, viene a ser lo mismo porque el resultado es idéntico, aunque en el momento de escribir estas líneas no tengo muy claro si Binotto conoce los matices que hacen la diferencia.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El enorme corazón de madre de Binotto.

Mientras tira de un hogar hasta hace poco disfuncional, intermedia entre dos hermanos belicosos que comparten habitación.

El mayor, es bobo. Una sospecha que siempre tuvimos, pero que hoy pocos se atreven a discutir. Un sinvergüenza, que muestra chapa ajena cada vez que puede. Yo soy tu predilecto!

Y al menor, no le impresiona el bigote ni las jerarquías del otro. Puede y quiere su espacio, el reconocimiento. Se los pide a los gritos y para hoy mismo.

De momento, lo más fácil es mandar a callar al pequeñajo. Para que el bobo del hermano mayor no monte escándalo, ni le entren las fiebres esas que su complaciente madre italiana teme puedan derribar la poca cordura que resta en esa casa.

Nada, que esa casa pide a gritos un hombre. Y que se me disculpe lo machista.