jueves, 16 de noviembre de 2017

La mezcla perfecta


La serenidad es un tesoro en estos tiempos que corren, más, si cabe, en un entorno tan vertiginoso como el que propone la Fórmula 1. Aquí, y creo que coincidimos la mayoría, Daniel Ricciardo brilla especialmente. 

No se trata (sólo) de la imagen de tío legal que destila el australiano: feliz casi a tiempo completo, cercano y dicharachero... La cosa atractiva de aussie junior va bastante más allá de lo que percibimos cada fin de semana de carreras o cuando los medios le dedican algo de espacio, no mucho, por desgracia, ya que Daniel es un conjunto chasis-motor-sonrisa que funciona igual de bien dentro del circuito que fuera.

En pista es un piloto duro cuando resulta necesario, inteligente siempre, pertinaz como la sequía de Franco, rápido y eficaz. Está a la que salta, y cuando no está, se busca la vida para estar... 

Lejos del paddock y sus servidumbres parece el colega que todos querríamos tener, el novio que desearíamos para nuestras hijas, el cuñado perfecto para las cenas de Navidad, ése que te guiña el ojo y se encoje de hombros desde el otro lado de la mesa cuando los mayúsculos hablan de economía o hacen politología casera esperando el silencio de los presentes.

Cuando está con Max en uno de esos ejercicios promocionales de Red Bull a los que no acabo de pillar la gracia, lo confieso, me río igualmente porque nadie diría que Ricciardo y Verstappen no pertenecen a la misma quinta. El de Perth saca casi diez años al de Hasselt, pero no se nota, que es a lo que vamos; total, que ambos parecen estudiantes de Hogwarts a los que se ha dado dispensa para que no vuelvan a casa en vacaciones, cuando uno de ellos, por edad y experiencia, daría para profesor de Supervivencia en Ambientes Hostiles o yo qué sé.

No me enredo, su remontada del domingo pasado es un claro exponente de lo que supone tener la cabeza sobre los hombros.

Apeado de ligar con la cabeza de la carrera en los primeros compases del Gran Premio de Brasil, Daniel se ata los machos y se ve obligado a ganar el terreno perdido en un campo de juego más hostil con él que con Lewis Hamilton, por ejemplo, quien devora kilómetros como si tal cosa y sin apenas encontrar resistencia porque la guerra del británico, a estas alturas de la película, no va con nadie.

Ricciardo tampoco lleva un misil debajo del culo. Red Bull y Renault han templado el RB13 para llegar enteras a Abu Dhabi y el australiano tiene que sudar la camiseta en el José Carlos Pace. Hay un momento de la prueba en que el 3 de Milton Keynes es último durante unas vueltas, finalmente termina sexto, por detrás de Max y por delante de mi Felipe...

A pesar de que pueda parecer tan milagrosa como la gesta protagonizada por el de Tewin, su hazaña recibe bastante silencio a cambio. Pero es Daniel y todos nos conocemos. Y esa mezcla perfecta de piloto y persona sonríe como si no hubiese pasado nada extraordinario. Días antes, a la pregunta de si sueña con integrarse en Ferrari contesta que soñar, soñar, sueña con coronarse Campeón del Mundo. La vida va rápida para todos, pero para Ricciardo parece ir a la velocidad justa. Aussie junior disfruta con lo que hace y eso lo convierte en un tipo de los que no quedan.

Os leo.

5 comentarios:

enrique dijo...

Y que bien adelanta!!! Nadie en la parrilla conoce hasta donde puede llegar el coche para frenar más tarde que nadie. Y siempre con limpieza!!! Es una rara avis. Soy muy fan de Ricciardo.

Anónimo dijo...

¡Pilotazo con mayúsculas!



King Crimson

Keskus dijo...

Esa es la cuestión, siempre se dice que Verstappen adelanta como nadie, pero Ricciardo se lanza donde nadie más lo haría, me encanta

chema dijo...

Con todas sus sombras , Red Bull es una factoría de excelentes pilotos. Grande Ricciardo.

RAGOMCO dijo...

Te leo. Buenas noches.