lunes, 15 de agosto de 2016

¿Dónde están los rivales?


A pesar de que muchos hemos coincidido en que Usain podía haberse cortado un poco con tanta miradita a cámara y rivales, lo cierto es que, hoy por hoy, el jamaicano no tiene rival. 

Y puesto que la ocasión la pintaban calva, había que recordar de algún modo que seguimos viviendo los Juegos Olímpicos de Río 2016, y pretendo echar el rato hablando del riesgo que existe en Fórmula 1 de que las cosas sigan siendo igual en 2017 que en 2009, nada mejor que la imagen de entrada: Bolt gestionando su ventaja. No, dominando no... Gestionando su superioridad.

2009 nos pilló con el pie cambiado. La prohibición de entrenamientos privados parecía una medida encaminada a lesionar el potencial de Ferrari en favor de sus rivales, y por supuesto a la contención del gasto, y pocos supimos ver las orejas al lobo, y quienes lo hicimos, no calibramos adecuadamente la herida mortal que se infligía al deporte.

Brawn GP dominó media temporada y el resto vivió de las rentas conseguidas durante aquella primera mitad. El asunto parecía flor de un día, pero empezó a ser demasiado tarde a partir de 2010, cuando el dominio de Red Bull comenzó a no tener paliativos a pesar de la tibia contestación de Maranello ese año y dos después, en 2012. 

En total, cuatro temporadas consecutivas vestidos de azul, con episodios como el de 2011, cuando Sebastian Vettel ganaba carrera tras carrera con un brazo fuera del habitáculo.

En 2014, lejos de mejorar el panorama con el cambio normativo, empeoró. Mercedes AMG venía con los deberes hechos y con algo más que tenía mucho que ver con los test ilegales de neumáticos de Barcelona 2013 y con la cuestionable posición de favor que tuvieron Stuttgart y Brackley antes de que se definiera el nuevo reglamento [Bernie Ecclestone destapa el porqué de la ventaja de Mercedes AMG]...

En total son 8 campañas con ésta, las que llevamos viendo a Usain Bolt gestionando su superioridad, bien como Brawn GP, bien como Red Bull o bien como Mercedes AMG. Y existe un denominador común en todo este periodo de tiempo que no se ha solucionado para 2017: los entrenamientos privados continúan estando prohibidos desde que la norma se impuso a finales de 2008.

Nadie parece estar por la labor de restaurar el noble derecho del vencido a superar su inferioridad a base de trabajo y esfuerzo, y bajo mi humilde punto de vista, éste es un error que podemos seguir pagando a no mucho tardar.

Deportivamente hablando supone un sindiós. Quien acierta vence sin apenas contestación. Quien no lo hace, como mucho puede soñar, en el mejor de los casos, con intentarlo en un campo de minas plagado de inconvenientes y sin tiempo ni margen para revertir la situación; en el peor, con aguantar la temporada con lo puesto y empezar a pensar en la siguiente más pronto que tarde.

Con vuestro permiso me voy a poner profundo: la figura del rival se ha devaluado artificial y tontamente de 2009 a esta parte, y si ya pintaba poco de ese año a 2013, a partir de 2014 se ha diluido completamente debido a la escalada de exigencias técnicas que ha traído consigo la era híbrida. Y sin rival, disculpadme que lo diga: no hay deporte que valga porque no existe competición inter pares.

Hay paseos, eso sí, y espacio suficiente como para hacerse un selfie, o dos. O tres...

Os leo.

2 comentarios:

Fabian Prieto dijo...

Creo que la F1 es el único deporte en el que está prohibido entrenar para mejorar. Lamentable.

Aficionando dijo...

Ay, Bolt -bien podría cambiarse en apellido por Volt-. Ganó saliendo mal y frenando al final, como si estuviera en una semifinal. Me da a mí que no quiso batir el récord del mundo en las Olimpiadas porque quiere hacerlo en la Diamond League: un millón de dólares para quien bata un récord mundial en ese certamen.