miércoles, 24 de agosto de 2016

Yo haría lo mismo


A tontas y a bobas nos hemos puesto en mitad de semana de Gran Premio. Parece que fue ayer cuando nos amustiábamos pensando en qué iba a ser de nosotros con tanto asueto por delante, porque se habla mucho del estrés postvacacional, pero anda que hasta que te acostumbras, no agobia ni nada saber que te enfrentas a un tiempo que tiene fecha de caducidad.

En principio, nadie osaría negar que todo pinta bien. Volvemos al ruedo, y, además, lo hacemos por todo lo alto, coincidiendo con la Aste Nagusia de Bilbao y celebrando una de las disputas más bonitas del calendario, el Gran Premio de Bélgica, aunque esto también signifique que la cosa viene teñida de Brackley plateado, como cada dos fines de semana desde 2014, vamos.

Y digo que pinta bien porque ya queda poco para que en Abu Dhabi empecemos a soñar en firme con un mundo diferente al que hemos conocido de 2009 a esta parte. Un MP4/4 o un FW14b vienen de maravilla cuando son como un perfume o un elixir, a poquitos, porque en caso contrario, pueden llegar a aburrir tanto como los rosarios de demoliciones de récords.

Hasta los Grand Chelem tenían más sentido antes, cuando eran tan escasos que se paladeaban como un vaso de Laphroaig 25 Years Old o unas buenas vacaciones: como un momento irrepetible y único.

En realidad todo tiene más sentido cuando lo conjugamos en pasado...

Acabamos de salir de una sobredosis monumental de espíritu deportivo, y tras el cierre de Río 2016 todavía colea el citius, altius, fortius. Imaginad, han sido casi 20 días de deporte a saco, de fallos estrepitosos o de remontadas épicas, de árbitros cabrones, de qué buena es esta chica, de qué malo es el público, de casi tocamos el cielo, de enfines infinitos y por supuesto, de otra vez será y tal.

Es normal entonces que sigamos pletóricos, incluso, que hayamos dejado de rellenar los huecos con tonterías o mullendo bulos y desmentidos. Pero desgraciadamente pasará, ¡vaya que si pasará!

Todo el mundo se ha puesto las pilas en el paddock y se da por seguro que Ferrari sucumbirá ante Red Bull a final de temporada y que Mercedes AMG es firme candidata a copar los dos primeros puestos porque no parece que haya nadie sobre la Tierra en disposición de arrebatárselos.

Y lo malo no es la rutina, que también, sino esa mansedumbre que nos responde con escozor y sarpullido cuando criticamos, que nos hace «entender» lo que está mal, que nos hace asumir que el patrón no es tan malo porque si nosotros estuviéramos en su lugar, también haríamos lo mismo.

¿En serio? ¿Si por un casual tuviésemos la posibilidad de dirigir la Fórmula 1 y su destino, aspiraríamos a que los demás vieran el culo de un determinado vehículo carrera tras carrera, temporada tras temporada. Llamaríamos espectáculo a eso...?

Las vacaciones se me escapan como arena entre los dedos y esta misma tarde vuelvo a ver Carros de fuego.

«Cerrando los ojos podemos recordar a aquellos hombres jóvenes, con esperanzas en sus corazones y alas en sus pies.»

Os leo.

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