miércoles, 25 de diciembre de 2013

Only time


Cada vez ando más retirado del mundo. Hace nada he descubierto que mi viejo Walkman se ha roto para siempre, que de nada servirá pasar los discos de vinilo a cassette para devorarlos en bucle camino a Bellas Artes...

Con el bajón que me ha supuesto saber que este año 2013, antes de que concluya se puede llevar por delante otras muchas cosas que he amado y me han acompañado toda mi vida, he recalado en Colin, en su mirada inteligente, en cómo a la misma edad que tengo, 54 años, él también se fue, llevándose consigo un tiempo que no habrá de volver.

Jamás me gustaron los interrogantes confusos. Nunca quise saber si fue antes la gallina o el huevo... El otro día, en uno de esos test bobos que surgen de vez en cuando en Facebook, pude valorar cuánto de lado derecho y lado izquierdo hay en mi personalidad y el resultado, no por sospechado menos extraño, me hizo recapacitar sobre lo crío que sigo siendo ya que sentí vergüenza de compartirlo.

91% y 9% a favor de mi lateralidad derecha, por si os interesa. Números en todo caso que no me han hecho falta nunca para mirar la vida y la muerte de reojo, consciente de que enfocar te hace perder por el camino miles de cosas inútiles que al final no lo son tanto. Piedrecillas que acostumbro a observar para ver en ellas las mismas deidades que otros descubren en las rocas. Germán y Colin se funden hoy a través de mis dedos en el teclado porque ambos forman parte de periodos que les permitieron crecer como seres humanos, compartirse y estallar como estrellas en el universo para que supiéramos que estaban ahí aunque debieran transcurrir años luz para que les descubriéramos.

Vamos de cabeza a un mundo oscuro en el que la creatividad será asfixiada hasta sus últimas consecuencias por toneladas y toneladas de normas. Cómo caminar, cómo sentir, cómo entender, cómo amar y cómo odiar; cómo enfocar, en definitiva, para que persuadidos por una falsa seguridad dejemos de fijarnos en el polvillo que pisan nuestros pies, en el aire que se arremolina en nuestro cabello, en esa mano que nos ha rozado o ese susurro a la espalda que si fuésemos libres nos animaría a volver la cabeza.

Germán no es F1 aunque le he traído a este blog algunas veces. Colin sí lo es, quizás la mente creativa más asombrosa que ha dado el automovilismo deportivo. Hoy, día de Natividad de 2013, quiero unirlos por si alguien ahí fuera quiere pensar conmigo que sin libertad sus respectivos sueños jamás habrían sido posibles y que sin ellos, nuestras vidas, al menos la mía, habrían sido mucho menos ricas y luminosas.

Nos leemos.