domingo, 1 de diciembre de 2013

I want you


La Fórmula 1 anda como puta por rastrojo, pero la quiero. Me he quitado los cascos y Bob Dylan me canta I Want You en la soledad de mi estudio, un lugar diáfano de 109 metros cuadrados lleno de cajas y recuerdos, y sueños, que aún no han sido desembalados. Veo de reojo a Genoveva, el tronco de Brasil que me regalaron en 1991 y sabe a estas alturas más de mí que yo mismo, a su lado, la planta indefinida de las tías gemelas, otra de mis muchas supervivientes verdes a las que riego de pascuas a ramos. Sobre la barbacoa portátil, el rosalillo que estoy sacando adelante y fuera, en el patio, descansa a la fresca el naranjo que tendré que meter dentro tarde o temprano, para que pase conmigo un nuevo invierno...

Aquí murió Mithrandir en mis manos, aquí agonizó Marnie, bajo mis pies, leal hasta en sus últimos momentos. Aquí grita Roque cada tarde y aquí juega Eileen y me llena el suelo de hojas secas, ramas de distintos pelos y colores, caracolilllos a los que hace imposible la vida y los restos de mis zapatillas viejas, su mayor tesoro. En ellas dormía, con la cabeza dentro, cuando apenas levantaba cuatro dedos del suelo, en agosto, y en ellas me reconozco hoy, a seis días escasos de que mi ciclo solar cumpla un año más, otro...

Pero la temporada ha terminado y comienza la etapa en la que la cabaña de ñúes del Serengueti se resiente por falta de agujeros donde meter el dedo. Escuchando I Want You, una de las canciones de amor más hermosas del mundo, sosteniendo mi Dragunov, alzando la cabeza mientras me fumo una pipa, intento recobrar la calma perdida en una sesión de desánimo y en cierto modo de infinita tristeza, porque se nos va pasando el arroz y la esperanza cada vez parece dar para menos. Ganan los malos, siempre ganan los mismos, pero a partir de ya juro que no haré rehenes, por ese pasado que todavía tengo por delante.

No sé cuanto durará ésto. Lo inicié por huir del mundo con mi padre postrado en una cama de hospital meses antes de que me dijera con los ojos ¡adiós, tatito!, y escribo estas líneas con mi madre, la brava Matilde, tirada en la cama con la pelvis rota. Pero a pesar de todo, la Fórmula 1 me salva de los peores momentos, me relaja aunque me lleven los demonios hablar de según qué cosas y discutir con individuos que sólo saben esbozar haikus mal construidos, en los que para colmo ni hay introducción, ni nudo ni desenlace, sencillamente porque no hay sitio. 

Pero a lo que íbamos. Es domingo, y noche, y me toca dar la cena y cambiar pañales, y además se me hace tarde aunque I Want You sigue llenando con sus notas el estudio. Total, que miro al tipo de la foto de arriba, al que va de rojo, y entiendo mi fiebre, por qué escribo y por qué me sigue gustando todo esto: soy un maldito yonki que las pasará putas cuando decida dejarlo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Apenas una semana que acabó el mundial y ya estamos con nuevas esperanzas. Las esperanzas que nos da Fernando en seguir creyendo en nuevos éxitos por muchas barreras que haya que tumbar.

Aún le recuerdo con la bandera al viento en Montmeló y vuelvo a sentir la piel de gallina viéndole animar a la familia ferrarista tal como don Luca tanto le reclama.


King Crimson

Tadeo dijo...

Este año en Ferrari cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. Empezaron la temporada mal porque Alonso no podía cumplir con los eventos publicitarios de la marca y llegar a tiempo de arrancar.

Al principio de la temporada por los desajustes del equipo, para pasar a dejar solo a los pilotos frente a Red Bull, la FIA y Bernie.

Después ya vino la debacle, cuando Ferrari abrió la boca fue para criticar a los mismos pilotos que la están manteniendo arriba desde hace años.

Sinceramente, o el de arriba del todo se aparta, no digo que desaparezca, o este año será el último de Alonso en Ferrari. Sabiendo como reacciona ante las prepotencias del poder, recordemos a Ron Denis, o D. Luca reconduce su comportamiento y se trabaja en el bien de todos o Alonso se irá a un McLaren que ha depositado en Honda su futuro.

Y los japs quieren a Alonso a toda costa.

Saludos

Aficionando dijo...

Sobre la entrada anterior, es obvio que el RB9 es una máquina diseñada a la perfección para aprovechar la tracción, la adherencia en curvas, etc, etc. Lo que a mí no me cuadra en esta ecuación es Mark Webber: o bien es un paquete de cojones, o bien su RB9 no es igual. Como dicen Faemino y Cansado, "igual no es lo mismo".

Aficionando dijo...

Y que se recupere pronto tu ama.

GRING dijo...

Ánimo Josetxu. Las malas rachas siempre se acaban. Pero que nos quiten lo bailao...

Anónimo dijo...

Es la primera vez que leo tu blog y te debo dar la enhorabuena. Te envio muchos ánimos y me alegro que el motor te suba los ánimos...
Saludos de otra friki