domingo, 29 de diciembre de 2013

El bálsamo de Fierabrás


Si no habéis leído El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha os ruego encarecidamente que cuando tengáis ganas comencéis a echarle un ojo si prejuicios y sin prisas. Es un libro que se escribió sin pretensiones de ser tan extenso y que por fortuna de ese dejarse llevar del que hizo gala don Miguel, su autor, gana enteros si se saborea como una copa de whisky o coñac, a sorbos, sin que el tiempo que vayamos a dispensar a su lectura suponga jamás un reto o una meta a superar.

La cosa funciona, al menos me funcionó a mí cuando me di el gustazo de concluir unos deberes que tenía que haber entregado en bachillerato, responsabilidad ante la cual siempre mostré rechazo, para qué os voy a contar, pero que a la postre me supuso un ejercicio liviano, muy entretenido y sumamente enriquecedor, cuando ya mayorcete y libre de obligaciones, comencé a leerlo para descubrir al poco de haberlo iniciado, que ya no lo podía dejar.

Con la Fórmula 1 ocurre tres cuartos de lo mismo. Leída de corrido puede suponer algo indigesto; centrarse sólo en uno de sus capítulos, un soberano error porque se pierde la perspectiva, el hilo, ya me entendéis.

Desde luego no soy nadie para recomendar nada, faltaría más, ni mucho menos para sentar cátedra. Veo las cosas en su conjunto, en relación a las etapas anteriores y con la conciencia de que a este grandioso volumen todavía le faltan infinidad de líneas, párrafos y capítulos para llegar al final, conclusión que seguramente no verán mis ojos porque sin duda, la F1 me sobrevivirá. Hay algunas de estas cosas que me convencen y otras no, es de perogrullo pero conviene decirlo porque en líneas generales, los aficionados solemos enfocar este deporte de una manera determinada que muchas veces tiene muy poco que ver, o nada, con la elegida por otros correligionarios.

Yo tengo claro cómo disfruto y a veces pienso en que me he he perdido algo cuando alguien viene a acusarme de ser tendencioso, fullero o vaya usted a saber qué otras cosas, total porque Vettel no me satisface como piloto más allá de considerarlo un excelente conductor que atesora unos números abrumadores, que para qué os lo voy a negar, pierden mucho si atendemos a las circunstancias que le han tocado vivir al alemán; sin querer faltar a nadie, desde mi punto de vista mucho más sencillas que las que vivieron los otros tres tetracampeones de nuestra historia: Fangio, Prost y Schumacher.

Podría excusarme diciendo que Fernando no tiene nada que ver en esto, ya que en 2007 ganó Kimi y el finlandés es uno de mis pilotos preferidos y al que alabo día sí y día también, al que jamás he puesto en duda sus méritos porque es un tipo que me convence. En 2008 ganó Lewis pero el que me convenció fue Felipe, mi Felipe, y así, le he defendido hasta que no había nada que defender porque el paulista había dejado de convencerme. En 2009 ganó Jenson, a quien había defendido mucho antes y a quien respeté a pesar de que me molestó que Rubens sufriera tanto y tan innecesariamente; por cierto, el brasileño me convencía en Brawn GP. En 2010 me encandilaba definitivamente Hamilton y hoy es el día en que le sigo defendiendo…

Con Vettel tuve mi historia de amor en 2007, 2008 y 2009, podéis leerlo. No me convenció su manera de ganar en 2010 y lo expuse. Tampoco me gustó su paseo militar de 2011 y lo dije, y menos aún cómo triunfó en 2012 (sinceramente, Interlagos de aquel año supone una carrera infame para todo un tricampeón del mundo, se mire como se mire). Y en 2013 ha vuelto a no gustarme por todo el follón en que se ha visto envuelto a cuenta de los enredos de la FIA, Red Bull y Pirelli, y sobre todo, porque no me convencen los pilotos que se calzan la pole y ¡zas!, ganan la carrera.

Es mi óptica, totalmente personal e intrasferible y en este capítulo que nos está tocando leer juntos, el personaje protagonista me parece falto de densidad y de carisma. Llevo mucho leído de esta larga historia y el Vettel actual no me convence, como les ocurre a otros muchos a los que el de Heppenheim no les hace ni tilín ni talán.

Fernando aquí no pinta nada, como no pintaba cuando ganó Kimi o cuando se calzaron sus respectivos títulos Lewis o Jenson. Para mí es sin duda uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, pero repito, es cosa mía. Me gusta como personaje principal, como secundario o como telonero, siempre me gusta, y los capítulos en los que interviene me dejan un sabor especial en la boca. Pero como vengo diciendo, Vettel no me convence y sigo esperando a que me convenza, ése tal vez sea el problema, que instintivamente estoy esperando a que el bálsamo de Fierabrás ejerza su mágico poder y repare mi maltrecho cuerpo de aficionado que no sabe paladear lo que otros.

Es sencillo, cuando ocurra, que seguramente ocurrirá, seré el primero en deciros que Sebastian me convence aunque se haya hecho necesario que consiga seis títulos consecutivos. Pero hasta que ese momento suceda, os recomiendo encarecidamente que le vayáis perdiendo el miedo a El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

2 comentarios:

GRING dijo...

Me quito el sombrero y le hago una reverencia, maestro. Volver a leer sobre F1 despues de unos cuántos días de asueto y ante la dura noticia del accidente de Schummy, y encontrarse con esta delicia... De un Quijote a otro: Que el año 2014 te facilite todo aquello que necesitas para ser feliz. Un abrazo.

GRING dijo...

Por cierto: Fotón de Monsieur Jacky.