Como sabréis a estas alturas, dentro de nada amanecerán entre nosotros los benditos salvadores de la F1 actual, los motores Turbo, unos propulsores capados que sustituirán a las engines capadas actuales, y que en conjunción con el KERS (capado, of course!), harán las delicias de los aficionados como se hace todo en nuestro amado deporte: por el artículo 33.
No tengo nada contra ellos, o mejor dicho, nada que no tuviera ya al
respecto de los engendros que impulsan a los monoplazas en la
actualidad, entre otras cosas porque sospecho que serán igual de sosos
que los circuitos que diseña Tilke, ya que su diseño ha sido definido
con inmaculada precisión por las altas instancias técnicas de la cosa
ésa que atiende al acrónimo de FIA, y por tanto intuyo que a las
primeras de cambio, nos encontraremos con escenarios repletos de lagunas
que serán rellenadas con infinidad de parches porosos, lo que a la
postre definirá el imperio del tedio allá como en 2015 a más no tardar…
Mirando con lupa, el asunto que bulle bajo
el tema de los motores no deja de atender a qué pez de la parrilla se
seguirá comiendo a qué otro pez de la parrilla. Una forma como otra
cualquiera de entender el negocio desde sus entrañas, mientras a los
aficionados se nos vende un collar nuevo para el mismo perro. Mirando
con más detenimiento aún, aflora inmediatamente el inevitable paso de la
F1 por el taller de chapa y pintura con el que cada cierto tiempo nos
entretienen los que afirman que todo esto sigue siendo la máxima
expresión del automovilismo deportivo pues en su seno perviven viejas
glorias como Ferrari, McLaren o Williams-Renault, Mercedes y Lotus,
aunque estas últimas algo descafeinadas.
Como ya he expuesto, tengo mis dudas sobre que todo esto nos lleve a
buen puerto, fundamentalmente porque no he visto nada que atienda a
mejorar la F1 como deporte. La aerodinámica parece que seguirá estando
ahí, las gomas también, y el retoque de motores me parece peccata minuta
en un entramado que sólo parece atender a los dictados del dinero,
razón que explicaría por qué Renault se queda como motorista y por qué
Mercedes, yéndose previsiblemente como equipo, se queda también para
suministrar gozo a 15.000 r.p.m. a quien pueda permitirse el lujo de
pagar lo que pida por sus motores, con lo cual el ideario de la F1 Low Cost seguirá siendo machacado durante un nuevo y espinoso trecho.
¿Va a favorecer el espectáculo? Pues lo dudo también porque las
inversiones para tener la mugre que tenemos han sido grandes y
cuantiosas, y con la crisis que nos va a seguir apretando unos añitos,
veo poco espacio para promover cambios en los circuitos actuales, que
como ya sabemos, están indicadísimos para que la aerodinámica siga
suplantando a la mecánica… Vamos, que una cosa lleva a la otra y habría
que ser tonto del bote para pensar que tal y como están las cosas, la
segunda iba a poder sacar la cabeza para quitarle el sitio a la primera
con esto del cambio de motores, con lo cómoda que resulta la última para
que cuadren los balances de las escuderías y se llenen horas y horas de
televisión a base de gestas moñas en las que intervienen artilugios
como el DRS o bonolotos como las Pirelli.
¿Qué queréis que os diga? No soy optimista en ésto, y mira que lo
lamento. Sin libertad no entiendo ningún tipo de competición, y menos la
F1, que entre tanto proveedor único y tanto calibre a la hora de
regular cada tornillo, cada vez se parece más a una promesa incumplida
de la que es difícil escapar, en la que lo importante son las alforjas y
no el propio viaje. De manera que por poner mi granito de arena en esta
estúpida opereta, me animaría a proponer que la FIA y Bernie dejen las
cosas como están para evitar aumentar los costes, que se proponga a
Pirelli que siga incentivando el desasosiego de los ingenieros y por
ende el espectáculo, y que si se quiere que todo esto parezca otra cosa,
se recurra a un chip prodigioso y a unos buenos altavoces en
los vehículos (son baratos, ¡coñe!), recomendando que por ellos aflore
en cada vuelta el sonido de aquellas auténticas bestias pardas que
corrían en los ochenta del siglo pasado. Aquellos sí que eran Turbos.
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