Vivimos tiempos exasperantes en los que renunciar públicamente al negro significa apostar inequívocamente por el blanco, cuando en realidad hay infinidad de matices entre uno y otro color, si se pueden llamar así.
Mi posicionamiento al respecto de la posible venta de Williams ha levantado resquemorcillos flanderianos sobre mi persona en esos grupitos de whatsapp en los que suelo ser protagonista sin pretenderlo, básicamente porque cuando se ha aludido a la salida de Ferrari de la Fórmula 1 me he puesto en el polo opuesto: en que supondría una pérdida irreparable. Pero, a ver, si la italiana se retirara, un suponer, ni jarta de grifa consentiría que su marca cambiase de manos, mientras que en lo tocante a la de Grove, el emblema de la casa es un activo tan importante que habría que estar rematadamente loco para abordar un posible cambio de denominación después de la adquisición.
Creo que está claro. La salida de Maranello significaría que perderíamos definitivamente a La Scuderia en Fórmula 1, mientras que en el caso de Williams, su venta vendría a suponer que el equipo británico cambiaría de manos y poquito más, y aquí casi me juego la mano con que dibujo a que seguiría llamándose Williams aunque el propietario se apellidase Johnson o Saleem Rajput, una hipótesis.
Sed sensatos. La histeria que está rodeando todo este asunto viene, precisamente, de querer hacer ver que Williams es lo mismo que Ferrari, pero no, Williams no es La Scuderia, y a poco que los éxitos en pista acompañen, importará un pimiento quién esté al timón de la inglesa porque es un fijo en la quiniela que, sea quien sea su definitivo propietario, continuará participando en el campeonato mundial como Williams porque ese nombre vale infinitamente más que la colección de coches antiguos, las instalaciones y la fábrica, y por supuesto, cómo se apellidan quienes han dilapidado su legado.
Os leo.
3 comentarios:
Pues no sería muy distinto de lo que paso, por ejemplo, con McLaren. Bruce la fundó,si pero los que la llevaron a ser una potencia de F1 fueron Meyer, Dennis, Ojjeh etc.
No he leído la entrada aún. Pero gracias por volver a escribir. En estos tiempos que corren, las ausencias no avisadas asustan. Así que los regresos son para dar saltos.
Quizá lo enfoque desde un punto muy sentimental o romántico, pero siempre me ha parecido que Williams, por muchos problemas y dificultades, más o menos ha mantenido una estructura más o menos fija y unas directrices y valores estáticos. Ferrari ha sido más "pasional" en ese aspecto y siempre ha apostado por cierta reinvención, aunque las decisiones fueran catastróficas a la larga, como estamos viendo.
Es fácil por tanto llegar a ciertas conclusiones: si vemos una compra de Williams, la gente no compra la marca, compra los valores y cuando compras Ferrari, la gente confía más en el nombre que en lo que haya detrás.
Quizá sea una visión simplista la mía.
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