lunes, 6 de enero de 2014

Aussie junior


La historia como conductor de monoplazas de Daniel Ricciardo comienza este próximo 28 de febrero sobre el circuito español de Jerez. Olvidémonos del Daniel que conocemos y posemos nuestra vista en ese horizonte al lado de Sebastian que se vislumbra en Red Bull. Va a ser mejor para todos, pero sobre todo para el australiano.

Cada vez que un piloto cambia de escudería el firmamento del deporte se reordena, sus estrellas titilan de otra manera y las coordenadas señalan puntos diferentes aunque el norte siga estando al norte y el sur en la dirección contraria. Pero Dani no cambia sólo de equipo, no sé si me comprendéis, se mete de cabeza en la escuadra que estas últimas cuatros temporadas se ha proclamado cuatro veces campeona del mundo en marcas, se pone al lado del tetracampeón más joven de la historia y va a ser el objetivo más deseado de los focos.

¿Lo hará bien o lo hará mal. Será más rápido que Seb o en cambio sufrirá la maldición del faraón de Milton Keynes, como le ha sucedido a Mark Webber? 

Estas sencillas interrogantes serían fáciles de contestar si Red Bull siguiera siendo aquella escudería que vestía a David de Spiderman en Montecarlo, aquel equipo que ganaba minutos en televisión realizando unas pretemporadas explosivas para declinar irremediablemente conforme avanzaba la temporada... Pero los tiempos han cambiado lo suficiente como para que cualquier cautela sea poca. Así que me conformo con que Daniel siga siendo Daniel, ese tipo australiano que hace un par de párrafos os he dicho que nacerá el 28 de enero y cuyo pasado debemos olvidar por nuestro bien. Ese individuo que está velando sus armas esperando a recibir la comunión al alba, como hacían los caballeros cristianos que partían con dirección a Tierra Santa.

Si en 2014 podremos ver un nuevo campeonato, posando nuestros ojos en Ricciardo asistiremos a dos por el precio de uno. El «aussie junior» va a correr contra el resto de rivales y contra la presa más codiciada, compartiendo con ella vehículo, box y Helmut Marko, y si en vez de en el siglo XXI estuviéramos en el medievo, a buen seguro su hazaña ya estaría siendo vestida de versos y rimas por los bardos de media Europa, o entonada años más tarde, quién puede saberlo, en el noble sonido del ‪didgeridoo‬ aborigen que avisaba a dingos y canguros de que en las playas de Oceanía se habían visto unos enormes monstruos con coronas blancas que bailaban al viento, y que en las noches junto al crepitar del fuego, acompañaba la narración de las heroicidades que previamente habían quedado grabadas en roca.

Daniel se enfrenta a un mundo totalmente nuevo. Su experiencia anterior no nos va a servir de nada a la hora de tasarlo. Esperemos con él, en completo silencio.

Os leo.

1 comentario:

Nacho Lascaray dijo...

Creo que al final dependerá del coche que le den , por mucho que me lo juren no me creo que Webber haya tenido el mismo.....