Mi amigo Joserra, el hombre que en su día vio correr a Farina, me 
comentó durante uno de los cafés que compartimos antes de que la vida se
 lo llevara por delante, viejo pero feliz, que antiguamente la 
estrategia en las carreras consistía en escoger camisa y blazer, 
porque las pruebas eran una disculpa como otra cualquiera para hacer 
amigos o acaso, para llevarse a la cama a un bombón de los que abundaban
 por las inmediaciones de los garajes.
Joserra no usaba la palabra paddock, era muy mayor para eso, en cambio, a la parrilla la llamaba grid
 con la más absoluta naturalidad. Tampoco era machista, no lo creáis a 
tenor de lo que os he contado en el párrafo de arriba, al menos no en el
 sentido que le damos actualmente a ese concepto. Era un hombre de su tiempo,
 un tiempo que se le había ido de las manos y que a mí me gustaba 
rescatar en sus palabras, siquiera para poder acariciarlo entre café 
solo y café solo, porque los dos éramos profundamente cafeteros a pesar 
de nuestros años de diferencia en edad.
También era un tipo irónico, dotado de un sentido del humor de los de antes,
 quizás incluso algo británico en este aspecto, de manera que sus 
palabras sobre la estrategia valían su peso en oro, y no sólo porque 
encajaban a la perfección con esa imagen idílica que tenemos de los años
 70 del siglo pasado, donde ser piloto casi era sinónimo de ser playboy,
 sino porque a la postre, definían la esencia de la Fórmula 1 de los 
primeros tiempos: una excusa para ser atractivo y diferente.
Hoy he recordado a Joserra porque con tanto motor turbo y tanta «Power Unit»,
 el peso de las pruebas se traslada irremediablemente a las escuderías, 
concretamente a sus respectivos muros, lugar donde se definirá el cómo, 
el cuándo y el dónde, los pilotos podrán utilizar todos los recursos que
 tienen a su disposición, ya que la complejidad de la actividad ha 
alcanzado tan alta cota que durante 2014, los conductores van a tener 
que depositar buena parte de su confianza sobre el asfalto en sus 
ingenieros de pista, de idéntica manera a como los ciegos confían en sus
 bastones blancos para sortear un paso de cebra.
En 2015 ya se verá, desde luego, pero en esta temporada que abriremos
 en un suspiro y a pesar de mi exageración anterior (ciertamente lo 
era), los pilotos van a depender como nunca del valor estratégico que 
otorgue su escudería a cada carrera en función del estado de los 
diferentes componentes de la plataforma propulsora.
No es nuevo. No nos llevemos tan pronto las manos a la cabeza. De una
 década a esta parte, la Fórmula 1 se parece cada vez más a la 
Resistencia, por ejemplo, una disciplina cuyo valor más reconocible 
consiste en la labor de equipo. Un equipo que sabe más que el 
piloto, que recibe las telemetrías que arroja su vehículo y las valora y
 coteja en aras de encontrar el camino más adecuado en pos del éxito. 
Que entiende antes que el ser humano que conduce la máquina cómo van 
respondiendo los neumáticos, la mecánica, el motor. Que sabe, en 
definitiva, mucho más que el hombre que lucha sobre el asfalto por una 
posición, por unos puntos o acaso, por la victoria o el podio.
Me habéis leído más de una vez quejarme de este estado de cosas 
porque entiendo que la Fórmula 1, en esencia es una pelea personal del 
piloto con la prueba, el circuito y sus variables, y obviamente, con sus
 rivales. Antes, según Joserra, la cosa esta consistía en ponerse guapo,
 hacer amigos o ligar antes de la disputa, correr como un demonio para 
fardar al final de la carrera, y concretar las amistades y el ligue a su
 término. Pues bien, con la llegada de las «Power Unit» se acabó 
lo de ligar. Tal vez lo de hacer amigos siga en pie, pero lo de ligar se
 ha evaporado en cuanto a posibilidad como por arte de magia.
Verbigracia de la FIA y sus ocurrencias, en 2014 el que ligará será 
el tipo que desde la central de Milton Keynes, Hinwil o Maranello, 
acierte a valorar correctamente las constantes matemáticas que lleven a 
Sebastian, Adrian o Fernando, a conseguir la victoria.
Así han cambiado las cosas y así os las cuento. No quiero ni imaginar lo que diría Joserra al respecto, aunque lo imagino.

1 comentario:
Ya está ahí Force India. Parece bonito el aparato, aunque no se desvela cómo es el morro.
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