Regreso al futuro [Singapur]

Llevo mucho tiempo afirmando que el hijo de Anthony Hamilton sólo destaca cuando Ferrari desaparece, y ayer pudimos asistir a una nueva demostración de que no ando muy descaminado, porque lo que hizo La Scuderia destrozando la carrera de Felipe Massa (esperemos que no haya destrozado algo más al brasileño), y de rondón la de Kimi Raikkonen, ha tenido que hacer revolverse a Enzo Ferrari en su propia tumba.

Lejos de los numerosos problemas de conducción de un monoplaza que pueden llevar a perder una prueba, hacerlo por establecer estrategias erróneas, por equivocaciones menores, por roturas de motor o incluso por falta de fiabilidad de algún componente, creo que forma parte de los riesgos asumidos por cualquier escudería, pues es consustancial al propio deporte de la F1, donde como sabemos, todo, absolutamente todo, va al límite; y por ello espero que me entendáis si digo que cometer una soberana estupidez como la de ayer en el box italiano sólo está a la altura de un equipo que está demostrando saber naufragar a la perfección en una bañera, vamos, que se ahoga solo.

A Massa le dijeron que saliera, y vaya que salió, con la manguera puesta y arrastrando algunos mecánicos. A su espalda esperaba Kimi (doblemente perjudicado por la entrada del primer Safety Car), quien cuando encontró hueco, aún tuvo que esperar más porque había que reemplazar la maquinaria que se llevó encima su compañero. Para empeorar las cosas, Felipe pinchaba y tenía que volver a boxes; para colmo de males, era castigado por casi colisionar con Kovalainen en el pit lane; y en el desenfreno de la irracionalidad, terminaba haciendo un trompo que le costó caro a Sutil y que sacaba el segundo Safety Car de la jornada. Para completar el lamentable cuadro, Kimi se estampaba contra las protecciones tras perder el control de su vehículo en la curva 10… ¿Se puede hacer peor? No lo creo.

Sin los Ferrari en pista (Kimi aún estaba, pero como si no), y con un Alonso y un Rosberg desmadrados, el hijo de Anthony Hamilton guardaba aparentemente las formas y sus famosas pelotas en una cómoda 3ª posición, pero intuyo que como viene siendo habitual a lo largo de la temporada, lo que le faltaba en aquel momento era suela en los zapatos, pues hasta que apareció el último coche de seguridad anduvo a la caza de cuanto llevaba delante, y en el podio y en la rueda de prensa, su cara delataba que se había quedado con las ganas de haber hecho morder el polvo al que fuera su compañero.

Yo diría que el británico se está mostrando alarmantemente inconsistente en los remates de estas últimas pruebas, pero habrá quien piense que está ganando en madurez, a lo que contestaré con un dato escueto: los 6 primeros coches entraron con 10 segundos entre el 1º y el 6º, y salvo que las gomas no respondieran, como creo, es iluso pensar que el hijo de Anthony no podía haber llegado arriba del todo después de que el accidente de Sutil redujera la ventaja de Alonso a polvo, porque de los 6 era el único que tenía coche para lograrlo.

De todo el asunto me quedo con Rosberg, con Glock y con Vettel, que supieron aguantar como jabatos, y que han vuelto a demostrar que la generación a la que pertenecen ya está hecha. Y por supuesto con Fernando, quien supo marcar la diferencia cuando tuvo la suerte de cara con la entrada del primer Safety Car, y defender sus opciones cuando el último SC le arruinaba la ventaja que había obtenido en su segundo stint.

Nos vemos en Fuji, que tiempo habrá esta semana para que nos preguntemos qué hacía Jean Todt sin su jersey en el box de Ferrari.