Llegamos a Spa-Francorchamps y prácticamente a final de julio, en plena canícula, y lo hacemos con un cansancio acumulado del que nadie se responsabiliza pero se nota, ¡vaya si se nota!
Tras el inusual descanso de casi tres semanas que nos hemos metido entre pecho y espalda después de la cita en Silverstone, a los redactores de contenidos les ha entrado una prisa irresistible que nos ha abocado a digerir, en apenas tres días, tal cantidad de anécdotas y chascarrillos que, a mí, personalmente, no me caben en el cuerpo.
Dicen que los mapas del viajero, más que repletos de puntos físicos o destinos, rebosan sueños, desdenes y rechazos o anhelos y recuerdos si ha habido oportunidad de visitarlos antes. Referencias, en una palabra, a un mundo nutrido de posibilidades y expectativas que no siempre se concretan porque no tienen por qué hacerlo. En este sentido, no sé si es muy buena idea visitar el trazado belga con tanta sobredosis de pasado en vena, aunque habrá que verlo, que decía aquél, siquiera por poder argumentar el año próximo que la edición 2025 del Gran Premio de Bélgica tampoco nos la perdimos.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario