Inevitable recordar la exclamación de Rita Barberá tras la debacle del Partido Popular valenciano en las elecciones de 2015...
El despido fulminante de Otmar Szafnauer a finales de julio pasado sancionaba el fracaso de una historia que los aficionados no nos habíamos merecido, y el cierre de una etapa en Fórmula 1 que quizás Renault si se merecía, pero, en todo caso, sobraba en el ámbito de la competición.
Después del pifostio organizado con la salida de Fernando Alonso y la oclusión intestinal ocasionada por la firma de Oscar Piastri por McLaren a finales de 2022, al Steve Jobs de Raimon Duran y otros sólo le quedaba encomendarse al diablo, y la cosa salió mal porque con un coche mínimamente evolucionado sobre su antecesor [Orfandad de ideas (Alpine)], propulsado por la unidad de potencia más débil de la parrilla, y con dos pilotos como Esteban Ocon y Pierre Gasly, que podrían haber dado mucho más de sí, juntos o por separado, si sobre ellos hubiera existido algo de inteligencia y comprensión lectora en cuanto a carreras, el asunto apuntaba a caer por el precipicio (hostión), como así fue.
Acertamos porque resultaba sencillo dar en el clavo —lo extraño fue que hubo quien se abonó a una inevitable recuperación sin el lastre de Alonso (sic)—, pero maldita la gracia ver los dos A523 haciendo el lelo sobre la pista, que sé que me entendéis.
Os leo.
1 comentario:
Joer Jose. Esperaba este post como agua de mayo. Y lo has bordado. Entre la imagen y el título descoj... total.
Son como un pollo sin cabeza.
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