viernes, 26 de enero de 2024

Grand Prix, L'Intégrale [Marvano]


Marvano es el pseudónimo del ilustrador belga Mark Van Oppem (Mar-Van-O), un peculiar artista gráfico que mantiene con el motorsport el haber nacido en Zolder —nombre íntimamente ligado a la Fórmula 1, pues en su circuito falleció Gilles Villeneuve el 8 de mayo de 1982—, y el ser un obseso en cuanto a la representación realista de escenarios y vehículos, por otro lado, seña distintiva de la denominada línea clara belga [Línea Clara].

Formado como decorador, precisamente en 1982 será cuando inicia su dilatada andadura en el mundo de los cómics, donde se ha labrado un generoso y bien ganado reconocimiento con el transcurso de los años. 

Obviamente no lo traigo a esta sección de Libros de Nürbu por su contrastada experiencia y calidad como dibujante y guionista, sino porque en 2010 vio la luz el primer tomo de una serie dedicada al automovilismo nazi de carreras, titulada genéricamente Grand Prix, y, una vez concluida, en 2015 la editorial gala Dargaud publicó un volumen recopilatorio de las tres entregas (L'Intégrale), que es, precisamente, al que estoy dedicando estas líneas.

Así las cosas, Grand Prix 1. Renaissance (2010), Grand Prix 2. Rosemeyer! (2011) y Grand Prix 3. Adieu (2012), componen las tripas de nuestro protagonista de hoy junto a unas adendas realizadas para la ocasión por el propio autor en 2014, que llevan la lujosa edición en tapa dura hasta las 176 páginas...

Bien armado, impreso a todo color sobre un papel couché de buen gramaje que permite que las ilustraciones muestren lo mejor de sí —la colorista Bérengére Marquebreucq es la encargada de resaltar la labor de dibujo a línea de Marvano—, Grand Prix, L'Intégrale es una pequeña joyita que merecía una breve anotación en el blog. 

Eso sí, ahora que al pobre Ridley Scott se le ha afeado su visión personal de Napoleón, conviene advertir que la historia que se narra está muy bien documentada y maravillosamente anclada en la etapa anterior a la II Guerra Mundial, aunque no deja por ello de ser ficción, y lo digo para que los puros de corazón y apasionados del rigor no sientan ganas de abrirse las venas. Para los demás sí, para el vulgo supone un estimulante viaje a las entrañas de la relación que mantuvo el III Reich con el mundo del motor y las cuatro ruedas.

Os leo.

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