Venga, va, adoptemos ritmo de bolero y pongámonos en lo peor: un día de quién sabe cuándo, Liberty hace caso al personal y en vez de recurrir a cuñaos gafes como Pedro Martínez de la Rosa para cubrir las retransmisiones, decide que ocupe el sitio del barcelonés uno de los frikies que lo harían mejor, y con los ojos cerrados, porque saben qué número de zapatilla usaba Ken Tyrrell cuando tenía 3 años.
Tristemente el mundo está lleno de tíos listos y aburridos, pena que nadie les haya dado una oportunidad, siquiera para descubrir que ante las cámaras o los micrófonos no dan el tipo porque parecen palos de escoba o tienen la voz demasiado aguda, o lo que es peor, porque naufragan en las escolleras de sus amplios y nunca valorados conocimientos.
Por suerte, la vida nos regala de cuándo en cuándo a personajes como Pedro.
Solvente en lo suyo aunque no guste a todo el mundo, con sentido del humor, con capacidad para meterse en fregaos con Joan Villadelprat o Antonio Lobato, o Marc Gené, por ejemplo, y con conocimientos suficientes de la Fórmula 1 y de la existencia misma como para resultar a la vez, ameno y divertido. Además, el catalán resulta didáctico y da buena imagen frente a las cámaras de Movistar F1. Los colores corporativos le sientan de puta madre. Gesticula y habla con gracia. No usa perilla y bigote, y su cabello algo revuelto pone un puntito rebelde al set de la operadora española...
Os leo.
Solvente en lo suyo aunque no guste a todo el mundo, con sentido del humor, con capacidad para meterse en fregaos con Joan Villadelprat o Antonio Lobato, o Marc Gené, por ejemplo, y con conocimientos suficientes de la Fórmula 1 y de la existencia misma como para resultar a la vez, ameno y divertido. Además, el catalán resulta didáctico y da buena imagen frente a las cámaras de Movistar F1. Los colores corporativos le sientan de puta madre. Gesticula y habla con gracia. No usa perilla y bigote, y su cabello algo revuelto pone un puntito rebelde al set de la operadora española...
En definitiva, que es a lo que vamos: un individuo capaz de resultar atractivo contando una anécdota de HRT —con lo que fue aquél nuestro equipo—, demuestra a sus numerosos detractores que en la vida no todo es erudición, y que si hay que hacer de cuñao, es mejor hacerlo con estilo.
Recuerdo una frase que decía más o menos así: «Quien sabe, comparte. Quien desconoce, enseña.» Pero como he sido incapaz de encontrarla en internet, dejémoslo en que me ha fallado la memoria o en que sin un enlace no somos nadie en la actualidad.
En fin, sigamos con nuestro bolero y pongámonos ahora en lo mejor: De la Rosa cuelga para siempre el micrófono y deja de salir por televisión, y descubrimos entonces que los numerosos gilipollas que se mean en su cometido cada fin de semana, son eso: gilipollas a los que el mundo y sus servidumbres les vienen demasiado grandes.
Somos un país extraño. Defendemos a Johnny Herbert pero pedimos la cabeza de Pedro mientras esperamos a que pasen más de mil años, muchos más, quizás con la intención de que sea el tiempo quien se encargue de borrar la huella de lo poco generosos que somos.
1 comentario:
Pues yo creo que Pedro es el único que salva las retransmisiones de Movistar junto a Joan, aunque este último habla poco, creo que porque nuestro amigo Merlos no le deja. Si no fuera por Pedro, me hubiera ido a escuchar la f1 en inglés de alguien tan 'sabelotodo' como Josep Luis, lo bueno es que no me enteraría de tanto. Esto es como todo: no valoras algo hasta que lo pierdes. Un saludo.
Publicar un comentario