lunes, 12 de septiembre de 2016

Juan Perro en Milton Keynes


Milton Keynes ha dejado de llorar que daba pena. 2014 y 2015 por suerte (para nosotros) quedan atrás. 

Entre que Renault no pareció dar pie con bola en su planteamiento inicial de unidad de potencia, y que cuando empezó a acertar, las paría con la fragilidad de los huevos de una gallina con deficiencias de calcio, los dos primeros años de la normativa que seguimos disfrutando supusieron un valle de lágrimas para la austriaca y una experiencia para los aficionados, que no se la deseo ni al peor de mis enemigos.

En Fórmula 1 se está para vencer... o para perder con la cabeza bien alta, y aquí la tropa de la de las bebidas energéticas nos mostró que se puede hacer pasillos y despachos, y, a la vez, dar el cante en cuanto te ponen una alcachofa cerca de la boca. Newey se retiraba a La Copa del América por falta de estímulos. El fabricante galo debía ser condenado a galeras o a la hoguera, Helmut Marko desentonaba en cuanto tenía ocasión y el jefe supremo amenazaba con plagas bíblicas si no daban a su escudería lo que necesitaba....

Pare usted de contar. A sebastian no lo renovaron porque total para qué: «No lo habría considerado correcto. Especialmente en estas condiciones. A la vista de los problemas de Red Bull con el motor actual no se necesita a ningún tetracampeón mundial en un equipo que ante el dominio de Mercedes, en el mejor de los casos puede ser el mejor del resto» [Dietrich Mateschitz].

Pero ahorrémonos las preguntas engorrosas y prosigamos, porque en esta etapa agria como pocas, destacó la figura y calidad de Daniel Ricciardo, lo mismo que está sucediendo cuando la culminación de la operación Salvar al soldado Max ha colocado al jovencísimo piloto holandés a los mandos de de un Red Bull.

Al australiano le van bien las patatas calientes —conducir un Toro Rosso y luego tomar el asiento dejado vacante por Mark Webber son patatas calientes, tampoco nos engañemos—, pero eso no es óbice ni cortapisa para que nos olvidemos de él ahora que la actualidad nos impele a coger número con la nueva generación que está desembarcando en la máxima categoría. A decir verdad, Ricciardo  acaba de cumplir tan sólo 27 años. No es un jovenzuelo pero tampoco está mayor para estos menesteres, aunque a su favor cuenta con muchísima más experiencia que el grueso de la nueva hornada, por supuesto que su compañero.

La semana pasada leía sobre las virtudes de Checo Pérez y la posibilidad de que el mexicano acabe recalando en Ferrari, y me vino a la cabeza aussie junior, ya que por hache o por be siempre hay un olvido que hace que Daniel no sea considerado en las quinielas...

Amén de injusta —he escrito infinidad de veces sobre este feo asunto—, la actitud ninguneadora de la prensa y el respetable para con Daniel me parece de un cortoplacismo que echa para atrás. A priori, el futuro prometedor de Verstappen no admite dudas, pero si el hijo de Jos sufre un percance, desfallece o se estanca, que también podría ocurrir por muy descabellado que parezca, ahí estará Daniel Ricciardo, como cuando compartió cuadro con Vergne, Vettel o Kvyat.

Hacedme caso y no descartéis el número 3 tan a la ligera.

Os leo.

2 comentarios:

Antonio Molina dijo...

Personalmente, de la hornada de jóvenes promesas a las que pertenece Ric (véase Checo, Bottas, Hulk...), el australiano es el único por el que apostaría dinero por un campeonato.
Está en una escudería en línea ascendente que seguro aprovecha el cambio de normativa a su favor. A ver.

Anónimo dijo...

Creo que ha sido claro por demás el mensaje que le han enviado al pobre de Ricci este año en Mónaco...

Maldita política. La misma que no nos permite disfrutar a tope de auténticas luchas pista. Con lo sencillo que sería aplicar un poco de justicia, de ecuanimidad para que todos puedan dar auténtico espectáculo.

Imaginád un Richie contra un Vettel, un Alonso vs Hamilton... Contenidos por un reglamento igualado para todos. Y a los constructores, escuderías y sponsors, pues que les den.