No salimos de un Bernie que nos metemos en otro. Al viejo le molesta la democracia y lo dice abiertamente, aunque en el fondo, siga erre que erre hablando exclusivamente de poder.
Ya sabéis aquello de reunión de pastores, oveja muerta... Pues eso.
Democracia sería que el último chinche que participa en el sarao tuviese voz y voto, pero no sucede. Todo aquel que no sea patrón, se mantiene a la chita callando esperando órdenes y por la cuenta que le trae, que como se mueva no sale en la foto. Incluso los pilotos, quienes a la postre se juegan el pellejo en cada prueba, no tienen poder de decisión alguno, ni siquiera como GPDA (Grand Prix Drivers' Association), esa especie de sindicato dócil que siempre acaba plegando velas por el bien del negocio.
Y qué os voy a contar de la FIA, que no es otra cosa que la funeraria silenciosa por la que los parroquianos acceden al bar durante la ley seca...
Lo que le jode a Bernie es que hay un puñado de gente que quiere mandar tanto como él. Ahí le duele y eso no se puede negar ni aún queriendo. El consejo de administración —tiene más que ver con esto que con una reunión de demócratas—, está compuesto por tipos que representan intereses que buscan amortizar sus costosas inversiones prosperando sobre sus rivales, buscando hueco, ganando poder político y de paso, pasta.
Comprendo que a los recién llegados e incluso a los demasiado ingenuos, todo esto les suene inmediatamente a senado o a congreso. Pero aquí no hay representatividad alguna, ni sufragios ni mandangas. Están la bruja de Blancanieves y el pequeño Napoleón, reunidos con seis o siete dictadorzuelos de su mismo pelo y condición, viendo quién corta el bacalao y quién se jode a la espera de mejores vientos. Lógicamente, llegan a acuerdos consensuados que no tienen por qué gustar a todos, o a nadie, como sucede en la patronal de la banca o de la hostelería, o en cualquier otro invento de este tipo. Y en su seno se dan alianzas también, o acuerdos puntuales que molestan al maestro de ceremonia porque a él le gustaría mandar sobre todos ellos, como Saurón.
¿Qué pinta aquí la democracia? Absolutamente nada.
El negocio va como el culo en su parte deportiva, no porque haya demasiada democracia, que no la hay, sino porque tal vez sobran intereses o porque estos no han sido manejados con diplomacia y mano sabia, o simplemente porque en un tiempo pretérito, Bernie y los de su calaña, vendieron aspectos del poder por un plato de lentejas o por salvar el culo ante un problema, y claro está, ahora no salen las cuentas.
¿Seguro que sabéis aquello de reunión de pastores, oveja muerta...? Pues eso.
Os leo.
1 comentario:
¡Sombrerazo, amigo!
Al final habrá que agradecer a Bernie que hable tan claro, él no necesita de máscaras. Pero lo que nos dice es tan atroz que preferimos interpretarle, o tomárnoslo como una broma, o como parte de su juego, de su estrategia. Somos nosotros los que le ponemos la máscara con la que se nos oculta.
Que esta democracia es pura fantasía, puro cuento. Que el PODER real, el que mueve el mundo, funciona así, siempre ha funcionado así. La troika, el politburó, Bismarck, Hitler, loas lores del imperio británico, los caballeros teutónicos, los amiguetes de Agamenon planeando el asalto y el reparto de cualquier Troya, o cualquier oveja.
Que el elitismo, la clase, la nobleza, es eso.
http://www.marca.com/2013/11/06/motor/formula1/1383760748.html
Al final es siempre la eterna contradicción entre el Orden y la Libertad.
¡Saludotes, maestro! ;)
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