Si nuestro gobierno admite que le ha fallado el nivel de comunicación con los ciudadanos, no quiero ni pensar qué demonios le está fallando a McLaren que no es capaz de explicar, en qué consiste su dilatada pretemporada ni qué rumbo lleva, lo que a su vez, da lugar a que los bulos aniden en cualquier esquina.
Acabo de despachar quince de una tacada, por cierto.
De noche se introducen en el estudio y duermen aquí, lejos de los cocodrilos que hacen carreras en Gorliz durante la madrugada. Está complicado encontrarlos antes de que se desperecen pero si andas listo, sabes casi a ojos cerrados dónde pillarlos...
En fin, la temporada es tan de chichinabo que sólo están contentos los que acostumbran a ir contracorriente porque por quejarse, en su seno y sus aledaños, se queja hasta el conserje y el señor de la limpieza, lo que en sentido estricto debería suponernos un bonito indicio de que vamos camino de que Anne Igartiburu o Jorge Javier Vázquez, acaben acercando al vulgo la Fórmula 1.
Corazón, corazón, corazón. Todo aparenta ser rosa pero está plagado de luces y sombras, y debates en papel cuché que sonrojan. Relleno, que diría mi abuela. Paja.
Hace nada, el bueno de Turrini el auténtico admitía que a Ferrari le falta monoplaza porque al mesías le siguen fallando las cuentas. Le faltó decir que como el año pasado y el anterior y el anterior a éste, pero seamos sensatos, a don Leo no se le puede pedir eso porque colapsaría. Él, que tanto quería a Kimi, casi lo da por perdido y eso que el SF15-T se había hecho para el finlandés por aquello de enfatizar la épica del reto adaptativo que acometía Sebastian al desembarcar en Maranello con los ojos vendados.
Y es que en Italia hay un botón del fin del mundo al que aludía constantemente don Luca Cordero di Montezemolo, aunque no lo llegó a utilizar nunca.
Muchas veces he pensado sobre este punto, vislumbrando la posibilidad de que el viejo se lo llevara con él a la tumba, porque il capo di tutti capi los tenía bien puestos y si había botón: lo pulsaba.
Enzo era un genio en todos los sentidos, una brutal fuerza de la naturaleza. Pero también es verdad que Il Commendatore vivía tiempos más leales y nobles que ahora, donde los navajazos eran auténticos y la sangre brotaba por las heridas, donde si el reglamento era una mierda, La Scuderia era la primera que lo decía.
No me cansaré de repetirlo, no hay tokens suficientes como para que Ferrari y Renault recuperen la ventaja que disfruta Mercedes-Benz. Ni tiempo tampoco, porque sin entrenamientos libres y con proveedor único de neumáticos, el espectáculo cojeaba incluso durante la añorada etapa de los V8 atmosféricos. Y es que si a la creatividad le cortas las plumas acabas teniendo esto precisamente: un caldo de cultivo donde el presidente de la de Il Cavallino Rampante —sea quien sea, que en esto don Sergio no es muy diferente a don Luca— vende motos en vez de competición en estado puro, mientras reclama resultados a Kimi, pongamos por caso.
Y a Kimi también le faltan tokens, y luego eso, y eso otro, y lo de más allá. Y así seguimos y así vamos, unos sobrevalorados y otros, sobreactuados porque no quedan más cojones.
Os leo.
De noche se introducen en el estudio y duermen aquí, lejos de los cocodrilos que hacen carreras en Gorliz durante la madrugada. Está complicado encontrarlos antes de que se desperecen pero si andas listo, sabes casi a ojos cerrados dónde pillarlos...
En fin, la temporada es tan de chichinabo que sólo están contentos los que acostumbran a ir contracorriente porque por quejarse, en su seno y sus aledaños, se queja hasta el conserje y el señor de la limpieza, lo que en sentido estricto debería suponernos un bonito indicio de que vamos camino de que Anne Igartiburu o Jorge Javier Vázquez, acaben acercando al vulgo la Fórmula 1.
Corazón, corazón, corazón. Todo aparenta ser rosa pero está plagado de luces y sombras, y debates en papel cuché que sonrojan. Relleno, que diría mi abuela. Paja.
Hace nada, el bueno de Turrini el auténtico admitía que a Ferrari le falta monoplaza porque al mesías le siguen fallando las cuentas. Le faltó decir que como el año pasado y el anterior y el anterior a éste, pero seamos sensatos, a don Leo no se le puede pedir eso porque colapsaría. Él, que tanto quería a Kimi, casi lo da por perdido y eso que el SF15-T se había hecho para el finlandés por aquello de enfatizar la épica del reto adaptativo que acometía Sebastian al desembarcar en Maranello con los ojos vendados.
Y es que en Italia hay un botón del fin del mundo al que aludía constantemente don Luca Cordero di Montezemolo, aunque no lo llegó a utilizar nunca.
Muchas veces he pensado sobre este punto, vislumbrando la posibilidad de que el viejo se lo llevara con él a la tumba, porque il capo di tutti capi los tenía bien puestos y si había botón: lo pulsaba.
Enzo era un genio en todos los sentidos, una brutal fuerza de la naturaleza. Pero también es verdad que Il Commendatore vivía tiempos más leales y nobles que ahora, donde los navajazos eran auténticos y la sangre brotaba por las heridas, donde si el reglamento era una mierda, La Scuderia era la primera que lo decía.
No me cansaré de repetirlo, no hay tokens suficientes como para que Ferrari y Renault recuperen la ventaja que disfruta Mercedes-Benz. Ni tiempo tampoco, porque sin entrenamientos libres y con proveedor único de neumáticos, el espectáculo cojeaba incluso durante la añorada etapa de los V8 atmosféricos. Y es que si a la creatividad le cortas las plumas acabas teniendo esto precisamente: un caldo de cultivo donde el presidente de la de Il Cavallino Rampante —sea quien sea, que en esto don Sergio no es muy diferente a don Luca— vende motos en vez de competición en estado puro, mientras reclama resultados a Kimi, pongamos por caso.
Y a Kimi también le faltan tokens, y luego eso, y eso otro, y lo de más allá. Y así seguimos y así vamos, unos sobrevalorados y otros, sobreactuados porque no quedan más cojones.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario