La práctica ausencia de noticias de calado en cuanto a F1 se refiere,
no deja de ser un síntoma de lo mal y pobres que corren los tiempos
también para esto.
Exhaustos y fracasados emprenden el regreso, como cantara
Mecano. Eso nos pasa, ni más ni menos, que estamos cansados aunque no lo
admitamos, de que el modelo de oscurantismo impuesto desde las altas
esferas de este nuestro querido deporte, nos obligue día sí y día
también a realizar ejercicios de funambulismo sin red, que a lo peor de
todo terminan por dar con nuestros huesos en el suelo como no nos
andemos con cuidado.
Y el caso es que la F1 se ha proclamado
siempre como una disciplina deportiva que tenía sus miras puestas en la
calle y cada vez parece más que las tiene situadas en la conquista de
algún agujero negro, porque de no ser por esa pedagogía patrocinada por
CEPSA que hacía Antonio Lobato en los previos, y por el denonado
esfuerzo mostrado por algunas almas generosas, el grueso del vulgo nos
quedamos con cara de bobos intentado desentrañar qué parte de lo que
vemos cada fin de semana de carrera llega a nuestros utilitarios o a
nuestras manos.
En este sentido, la Resistencia le ha ganado la partida a la Fórmula
Reina a pesar de que encuentre mucha menos disponibilidad de espacio en
medios. La cosa es de nota, pero quien más y quien menos, en un proceso
que se ha impuesto a la chita callando, entiende hoy en día que los
cuartos de la tecnología venidera se juegan en biplazas carenados y no
en monoplazas abiertos, y todo porque la publicidad que hacen marcas
como Audi de sus victorias, resulta mil veces más impactante y creíble
por comprensible, que la que hace el Santander felicitando a Fernando
por su éxitos, por poner un sencillo ejemplo.
Siendo sesgado, diría que la F1 se ha quedado hueca de contenidos
exportables porque éstos en el fondo, ya no son imprescindibles. Queda la imagen,
la defensa a ultranza de una zanja en el terreno que antes era
trinchera, que se vende por centímetros cuadrados al mejor postor, en
base al recuerdo de la sangre y la grasa que bañaban su barro hace no
tanto, pero que hoy carece de entidad suficiente para venderse por sí
sola, razón por la cual son los bancos, las aseguradoras y los fondos de
inversión los que hacen negocio en las entrañas de lo que antes era un
frente de combate tecnológico y humano.
La imagen es lo que vende y por evitar que se resquebraje como el velo del templo de Salomón, y pierda caché por tanto, se protege bajo siete llaves y bajo toneladas de silencio.
A la F1 no le interesa que se sepa qué ocurre en su interior, le
basta con que aceptemos que sigue trabajando por el bien de todos y que
repitamos el mantra de los demonios sin hacer demasiadas preguntas, como
ocurre con nuestro gobierno, y que de tanto en tanto demos palmas y
grititos porque tenemos un nuevo campeón del mundo sin saber a ciencia
cierta si éste conducía un coche o un avión…
El deporte, la máxima disciplina, lleva tiempo alejándose de aquellos
que podrían comprar la tecnología que usa, pero acercándose más y más, a
ese complejo nutriente humano que consume ideas sin encomendarse a Dios
ni al diablo. Bebes Red Bull y estás bebiendo a Sebastian en estado
puro, un tricampeón, el más joven de la historia, de un trago. Usas
Vodafone y te importa un pimiento que te tomen el pelo con lo que
prometen y no cumplen, porque te sientes Jenson o Lewis subiendo Eau Rouge,
y eso no tiene precio. Tienes tu dinero en el Santander y sabes que
aunque Romain Grosjean intente afeitarte el bigote, está seguro como en
el interior de un F2012.
Imagen, la F1 se está quedando en eso, y nosotros, exhaustos y fracasados, emprendemos el regreso…
1 comentario:
Aquí de lo que se trata es de construir el mejor coche posible dentro del reglamento y de conducirlo lo más rápidamente posible hasta la meta el domingo para vender más el lunes. Siempre ha sido así. Pero ahora ¿que pasa con los reglamentos? y ¿las victorias se traducen en ventas?
Por un lado tenemos la estandarización de diseños y componentes vía normativa y proveedores únicos. Donde la forma de conseguir diferenciales de rendimiento es explorando los agujeros que va dejando el despistado y puntilloso Mr. Wit-thing.
Por otro lado tenemos una gran libertad para elegir y proponer tecnologías, y el reglamento solo trata de equilibrar el rendimiento de las distintas opciones para que pueda haber "competición" en pista.
A los primeros se le fueron en espantada casi todos los constructores al principio de la "crisis," y de los que quedan el vencedor presenta su carta a los Reyes Magos, que seguro será atendida (http://en.espnf1.com/redbull/motorsport/story/97145.html), y el perdedor habría que haber visto si continuaba de no haber conseguido que su principal cliente le cediera uno de sus Top Drivers.
A los segundos le están volviendo los constructores a pesar de que la "crisis" continua, y continuará por mucho tiempo, afectando a las ventas. No venderán pero aquí continúan cultivando su imagen de marca mientras que en la Formula 1...
Cada cierto tiempo vuelven los rumores interesados de que Audi entrará en el circo cuando vemos que el movimiento es el inverso, y además ¿para que iba a hacerlo?
¡Monty, necesitamos un LMP1!
Sobre el oscurantismo, que pesa ya casi como una maldición en la F1, un pequeño punto de luz sobre un asunto que a casi todos les parecerá muy periférico. El mismo "CVC Capital Partners" que es dueño de la F1 es también el propietario de el "Capio Sanidad" que pretende quedarse con una buena porción de nuestra sanidad pública, eso sí, con el mismo oscurantismo.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!
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