Cuando Fernando se ciscaba en lo que no está escrito el otro día
(Suzuka creo), al respecto de que al F2012 no le habían ni pasado cera
por la carrocería desde hacía una buena temporada, creo honestamente que
se refería a otra cosa diferente a la que ha transcendido y que obligó
al cabo de unas horas a que Domenicali se remangara la sotana de
seminarista para enseñar quién lleva los pantalones en Ferrari.
En serio lo digo. Ni túnel de viento ni piezas que no funcionan, el
Nano llamaba a rebato a su escudería porque nadie mejor que él sabe que
Red Bull, amén de hacer bebidas de lata y venderlas como rosquillas,
funciona como un puñetero cronómetro suizo cuando tiene la moral alta.
Ahí está, a mi modo de ver, el peligro
real que señalaba el asturiano, porque encadenas una pérdida
irremediable de una sartenada de puntos por un quítame allá esas pajas, y
te vienes abajo; y por la misma regla de tres, te echas encima de tu
rival inmediato y te vienes arriba, muy, pero que muy arriba; y en esos
momentos es cuando cabe entonar bien alto el ¡no pasarán!, el ¡más madera!, y por supuesto, el consabido ¡bayonetas caladas y a por ellos. A degüello!
Ahí reside el matiz que diferencia al general que pisa la moqueta del
Estado Mayor del coronel que se mancha de barro las botas. Stefano uno,
Fernando otro, ambos aspiran a lo mismo pero tienen temores distintos,
lecturas del mismo escenario que en todo caso que no se solapan, sino
que se complementan.
Huelga decir que por naturaleza me siento inclinado a ponerme del
lado de quien pisa blando al salir de la trinchera con el revólver en la
mano; quien se señala primer blanco a batir por el enemigo; quien, en
definitiva, sabe que las batallas se ganan sobre el terreno y no en los
despachos ni en los briefings. De manera que entiendo
perfectamente, o creo entender, a qué se refería el hombre que perdió su
tercer entorchado porque su equipo, la rossa, no comprendió en 2010 que Red Bull siempre juega en casa y ante su público.
Y ahí vamos, porque la austriaca conoce mejor que nadie que esto de
la F1 moderna es una puñetera opereta mediática, en la que no gana quien
realmente se lo merece, sino quien juega mejor sus cartas de cara a que
el negocio prospere, de forma que no hace falta ser rematadamente
bueno, sino parecerlo; de manera que no se hace necesario vencer, sino
convencer; y ahí la de Maranello flaquea lo suyo, reconozcámoslo, porque
aún logrando victorias, sus triunfos siempre se han puesto en cautela,
ora porque Sergio había aflojado, ora por otra tontería española o
peruana.
A Ferrari le falta entender que lucha contra el aforo y la prensa que
bebe de los manantiales del enemigo, le falta comprender que en esta
obra que se está desarrollando ante nuestros ojos, interpreta la excusa
para que Vettel amanezca más grande que nadie, que es el enemigo a
batir, la tradición que justifica un Renacimiento más propio de Las Vegas que de Florencia.
A eso creo que se refería Fernando hace unos días, a que hay que
aplastar a la de Horner, a que no hay que dejar de ella ni los huesos. A
base de los mismos huevos que se pusieron en Mónaco 2010 para
reconstruir en una noche lo que una curva mal trazada había hecho añicos
el sábado; los mismos que puso sobre el asfalto el coronel que pedía
refuerzos el otro día, cuando en Valencia, saliendo undécimo, logró
terminar primero.
Esa es la actitud, que diría aquél, y eso mismo pienso que pedía el
Nano en Japón, porque sin actitud la de Maranello está perdida y el
campeonato de este año con ella. Los azules vienen altos, es verdad,
pero hay que bajarles los humos, y ya.
2 comentarios:
Mira, Fernando es joven pero ya "perro viejo" en este mundillo, no en vano, ha pasado por varias escuderías diferentes, con jefes de equipo que son símbolos en la historia de este deporte.
El mensaje del otro día: "llevamos 6 carreras con el mismo coche" era un dardo dirigido a Montezemolo. Es más, estoy convencida que si no llega a alzar la voz públicamente, Domenicalli no vuelve a toda pastilla a Italia para revisar personalmente la situación de las evoluciones.
Y por supuesto, se necesita tener la moral alta y para ello, se necesita ser otro cronómetro suizo, como los del coche azul...o mejor.
Un besote
Vamos, que lo que hizo Fernando fué la de Pizarro en la isla del Gallo.Es lo que tiene la conquista de Perú, que necesita a toda la tropa con moral...Tanta chanfaina,tanta chanfaina ;););)
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