A diferencia del año anterior (pude soltarme la melena escribiendo), en éste me las he visto y deseado para comentar algo con sustancia sobre los diferentes equipos intervinientes, incluso en algunos momentos me he sentido tentado de arrojar la toalla ante la necesidad de sacar alguna conclusión interesante o medianamente coherente, porque por una cosa o por otra me encontraba con los problemas originados por la FIA y su reglamento, con los creados alrededor de la desagradable guerra FIA-FOTA, o aún con extraños sucesos de difícil explicación que no tenían nada que ver con el deporte en sí.
Por ello os pido una buena dosis de comprensión si comento que voy a pasar a limpio las dudas y problemas surgidos durante la creación puramente literaria, para describir con ellos el escenario donde se ha desenvuelto una temporada que a mi modo de ver no se debería haber celebrado.
Vale, es muy tajante lo que he dicho, pero es lo que sinceramente creo. Primero de todo porque si ya disponíamos hasta 2008 de un reglamento técnico que hacía aguas por los cuatro costados y que resultaba propicio para lecturas indecorosas, el de este año, el llamado a arreglarlo todo, ha resultado absolutamente inviable, cuando no una trampa de dimensiones colosales para los que creyeron en él.
El KERS, se presentaba como un instrumento que sobre el papel iba a permitir paliar la limitación que pendía sobre las prestaciones de los motores, abundando en la contención de costos. El nuevo planteamiento sobre la definición aerodinámica, pretendía favorecer los adelantamientos y por ende el espectáculo. La reducción propulsores, y de pruebas y de kilometraje durante el transcurso de la sesión, quería servir de acicate para que todas las escuderías lucharan de tú a tú, abriendo la competición a un escenario donde hubiera más participantes… Pero (¡coño pero!), todo lo comentado originaba un desequilibrio de salida que a la postre ha definido el campeonato más turbio e insensato que recuerdo, amén de dar al traste con las expectativas deportivas al poner en grave peligro incluso la supervivencia de la F1, pues ni se ha ahorrado (se ha gastado más), ni las soluciones han resuelto nada (han agravado los problemas arrastrados durante esta última década, y el reglamento va a ser modificado una vez más), ni ha habido más espectáculo (los aficionados han huído, hastiados por los politiqueos o por falta de alicientes), ni se ha hecho mayor caja (las gradas de algunos circuitos parecían eriales), ni se ha conseguido amarrar a las grandes marcas (en doce meses hemos perdido a Honda, a Toyota, a BMW, y todo indica que a Renault también).
Dicho esto, a mi modo de ver, 2009 no ha supuesto el comienzo de una nueva etapa, como esperábamos todos, sino el final cochambroso de una demasiado larga, que deja como herencia un montón de heridas abiertas que tienen difícil cierre, al menos en un futuro inmediato, y que lógicamente ha embadurnado la temporada con más porquería de la necesaria, poniendo de relieve cuán bajo puede caer un negocio que no soporta por más tiempo el barniz de deporte de elite con que se ha presentado ante el mundo.
Sin embargo, y por poner un puntito de optimismo en esta entrada, creo que cabe reconocer que 2009 ha supuesto la rúbrica inexcusable al nefando gobierno de Max Mosley, y que por ello, sospecho que cualquier tiempo venidero tendrá que ser por narices mejor.
2 comentarios:
El pasado pasado es, así que centrémonos en el presente y en el futuro, que es lo que nos queda. Ojalá tengamos una temporada emocionante. Estoy deseando ver al enano de rojo chillón.
Saludos,
Buenos días.
Mr Proper ;) Llevas razón, el presente y el futuro son lo que cuenta, así que miraremos hacia adelante con la cabeza bien alta, que seguro que encontramos alguna sorpresa, y grata ;)
Un abrazote
Jose
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