sábado, 26 de agosto de 2023

Fingir como deporte


Después de haber asistido al esperpento protagonizado por Luis Rubiales y sus compañeros de zoológico en la asamblea de la RFEF, casi no queda nada que decir sobre lo perjudicial que resulta el corporativismo, así que, con una nueva pole de la naranja mecánica sobre la mesa, me voy a circunscribir esta noche a señalar lo cansinos que me resultan los que prefieren vender milagros a sumar dos y dos para que el resultado dé cuatro.

Pirelli cambió el mes pasado la estructura de sus neumáticos y esto ha favorecido a todos los monoplazas que van impulsados por unidades de potencia Mercedes-Benz. Que Red Bull no haya acusado tanto el golpe, que Mercedes AMG no esté tan contenta como esperaban Brackley, la FIA y Liberty, o que no tengamos todavía claro cómo ha afectado a Aston Martin, no implica cerrar los ojos a que McLaren y Williams andan que se salen con respecto a sus respectivos desempeños anteriores al Gran Premio de Gran Bretaña.

Veo la F1 por Sky Sports, principal correa de transmisión del ideario de nuestro deporte y aplaudidora de cuanta soplapollez se les ocurre a los dirigentes de la máxima categoría del automovilismo deportivo, básicamente porque va a vivir de ello al menos hasta 2029 [Sky Sports to remain home of Formula 1 until 2029 after deal extended in all Sky markets], y se han pasado la retransmisión elogiando el gran paso dado por Williams y las notables virtudes de Alex Albon, pero sin aludir ni una miserable vez a cómo ha podido afectar el cambio de las Pirelli a la escuadra de Grove.

Hombre, mi inglés va mejorando pero sigue sin ser demasiado potable, lo reconozco, también está que el supuesto comentario que he extrañado ha podido pillarme visitando el baño, pero intuyo que la cosa pasa porque fingir que no sucede nada anómalo en la competición sigue siendo nuestro pasatiempo favorito, puesto que en España continúa a estas horas el runrún de lo sobresaliente de la clasificación de la británica, con especial énfasis en la cuarta plaza conseguida por el titular del dorsal número 23.

Obviamente me alegro lo que no está escrito por Lando, George y Alexander, más si cabe porque Max haya vuelto a sentar sus reales, pero introducir una modificación de las características del que ha perpetrado la milanesa con el beneplácito de FIA y Liberty Media, supone también meter mano en la competición, y de manera bastante fea. Que lo aplaudan mayoritariamente, que nadie recuerde nada, no quita para que fuese de agradecer que la Fórmula 1, además de parecer un deporte, se tomara en serio serlo.

Os leo.

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