Avanza julio arrastrando las zapatillas y me asalta la duda, acerca de en qué momento elegimos el rincón del armario donde guardamos eso que decimos que amamos tanto, que incluso lo protegemos de la polilla con naftalina y alcanfor, aunque sepamos que jamás volverá a ver la luz del sol...
Nada sobre el Kaiser, como si alguien hubiera decidido meter su figura en formol para que el tiempo no la marchite. Como si a partir del momento en que declinamos seguir haciendo preguntas, por respeto o por miedo, su cronómetro y el nuestro buscaron el cero esperando un pulgar que pusiera la aguja de nuevo en movimiento.
Y la gente lo menciona en la brevedad de 140 caracteres o en ciento y un avatares en Twitter, pero pocos recuerdan sus gestas dejándolas por escrito, hoy que a él, a Google y a nosotros, nos hace tanta falta saber de dónde venimos.
Ser bloguero es un estilo de vida en peligro de extinción, pero a pesar de que Michael nunca ha sido santo de mi devoción, como dicen que le dijo Ayrton a Alain en su última conversación telefónica, o casi, quisiera decirle yo a él esta tarde, desde estas líneas: Vuelve, arrogante. Te echo de menos, por ver si sucede un pequeño milagro.
#KeepFightingMichael
2 comentarios:
Grande Michael...
Gran entrada y grande Michael!!!!
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