Siempre me ha inquietado la foto que encabeza esta entrada. En ella aparece el piloto belga Jacky Ickx observando los coches llegar.
Sé que los mira venir porque sería impensable imaginarlo sentado así, pero de espaldas a la carrera. Un conductor no permanece en un circuito como un aficionado más. Está atento a lo que ocurre aunque su coche haya dicho basta. Analiza, sopesa a los demás pilotos, calibra cómo van sus máquinas, el estado de sus neumáticos, lo delicado o rudo de las correspondientes trazadas, dónde frenan o dónde aceleran.
No sé siquiera si la imagen retrata Le Mans. Pienso que por el mono con el distintivo característico de la petrolera Gulf, tuvo que ser sacada a finales de los sesenta del siglo pasado, y si definitivamente la instantánea atrapa en blanco y negro una parte del paisaje del circuito de La Sarthe, podría incluso corresponder al año 1969.
Si fuese así, Jacky estaría buscando con la mirada a su compañero Jackie Oliver dentro del habitáculo del GT40 que les iba a permitir obtener la victoria...
En todo caso, me inquieta porque a Ickx se le percibe tranquilo y si yo fuese él, estaría moviendo compulsivamente una pierna, o las dos, o los dedos pulgares de las manos, o girando de vez en cuando la cabeza para escapar de la captura del fotógrafo. Y más si cabe porque no hay coches aunque escucho su ruido, y porque hay gente al fondo en la que puedo reconocer murmullos. Pero sobre todo, porque soy yo quien observa desde la barrera a un tipo congelado en el instante en que desentraña su mundo desde la atalaya que le ofrece otra barrera distinta a la mía.
Os leo.
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