sábado, 9 de noviembre de 2013

La diligencia


Si el gigantísimo John Ford levantara la cabeza, se sentiría orgulloso de que por fin haya vuelto el cine de siempre, aquél al que le bastaba saberse industria para hacer arte porque los artistas estaban donde tenían que estar, en el lado oculto del engaño, dibujando a máquina el guión, controlando la iluminación, el sonido o la posición de las cámaras, escogiendo los planos o interpretando a los héroes y villanos de la fábula que tenía por misión llevarnos en volandas a mundos diferentes al nuestro desde que se apagaban las luces hasta que la pantalla te escupía el The End.

No había entonces otra magia ni otro arte que el convenio que se establecía entre quienes vendían honestamente un entretenimiento y aquellos que decidían creer en él...

¡Qué tiempos!, y como decía al principio: ¡cómo han vuelto a hurtadillas, sin que apenas lo hayamos notado! Ahí tenéis, por ejemplo, en la instantánea que abre esta entrada, a Andy Devine azuzando a los caballos mientras George Bancroft se prepara para disparar a su lado; a Thomas Mitchell, borracho pero revólver en mano, protegiéndose de los malos desde el interior mientras ayuda a defender la honra y vida de Claire Trevor y el resto de ocupantes femeninos y masculinos; y arriba del todo, a John Wayne, el bueno, dispuesto a despeinarse y a oler a pólvora pero sin por ello perder el sombrero.

Quién sería capaz de no quedar atrapado por el encanto de una escena que fue rodada sin efectos especiales ni 3D, que aún resulta electrizante porque cambiando a los protagonistas sigue manteniendo todo su sentido.

Hagamos la prueba, en vez de Ringo (Wayne), pongamos a Rubalcaba o Rajoy y la diligencia seguiría pareciendo perdida ante el asedio de los indios. O mejor aún, situemos a Ecclestone arriba, a Todt sosteniendo las riendas de los caballos y rellenemos el resto del elenco como nos venga en gana, y no pestañeemos, por favor, ni por asomo, porque podríamos perdérnoslo. La Fórmula 1 desbocada, acechada por el enemigo. La verdad acercándose a galope tendido y nuestros héroes interpretando el guión de la película pero sin dejar de ser ellos mismos, en todo caso, dispuestos a que creamos durante unos minutos que están vendiendo caro su pellejo, simplemente porque Ernest Haycox había descrito un escenario y firmado unos diálogos, que lamentablemente no recordarán nuestros nietos aunque nosotros sí lo hagamos.

¡Ay, el cine, la vida y la F1! Con la que se está montando en estos momentos en que Bernie ha comenzado a tirar de la manta y Stepney ha resucitado para llamar sucios al pequeño Napoleón y a Ferrari, quién sería el bobo que se lo perdería sin aprovisionarse de palomitas para lo que queda de juicio y campeonato. 

¿Vettel? Desengañaos, Sebastian no aparece en Stagecoach. A Ford no le convencieron ni su sonrisa ni su dedo índice.

Nos leemos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Para ser malo hay que saber serlo y Sebastian es demasiado bueno como para eso.

Fernando, Lewis y algún otro serían los Liberty Valance de este western mientras Sebastian sería el salvador del honor de esa dama solitaria y perdida que es la Fórmula 1. ;)


King Crimson

Anónimo dijo...

Que bueno!!! ...lo veo, veo a Ecclestone, su pelo blanco y sus ochenta y tantos años encima de la diligencia disparando su rifle..... lo que no tengo claro es a quien dispara, a los indios o al que sostiene las riendas....

Susana

Anónimo dijo...

http://formula1.autobild.es/sites/formula1.autobild.es/files/alonso-texas-ranger-chuck-norris-2013-01.jpg

GRING dijo...

¿Y quién es el prota de "Sólo ante el peligro" en esta F1...?.Recientemente he disfrutado la película "Gravity" en pantalla grande,con una sencillez de guión apabullante y una carga ideológica disimulada entre sus magníficos efectos especiales que me han reconciliado con el cine inteligente y divertido todo en uno. El mensaje de necesario re-nacimiento aplicable al funcionamiento de nuestro mundo o nuestra F1, encantador y apabullante. Muy recomendable.Imprescindible.