¿Y qué hay del rosso?

Se pongan como se pongan los expertos, el F2012 ha sido una pedazo máquina. Con un esquema mecánico innovador (suspensión pull rod en los dos ejes) que muchos daban en pretemporada por fallido antes de mitad de sesión, la bicha rossa ha resuelto la temporada con matrícula de honor en lo que respecta a fiabilidad, el Talón de Aquiles de sus directos rivales, McLaren y Red Bull.

Sin necesidad de comprar conspiraciones favorables a la de Milton Keynes (a ver si otro día me extiendo sobre este espinoso asunto), Ferrari no ha fallado en calificación sino en su segundo piloto, mi Felipe, el gañán de Felipe o como queráis llamarlo, porque las clamorosas ausencias del paulista en los momentos importantes y aún en los menos definitorios, ha abierto una vía de agua en la de Maranello, que para cuando ha sido resuelta ya era demasiado tarde.

Si atendemos a las cifras que gustan tanto enarbolar algunos, la diferencia entre Red Bull y Ferrari en la general de marcas ha sido de tan solo 60 puntos cuando el año pasado fue de 275, que se dice pronto. En esa laguna, si se me permite, no está el vehículo, sino Felipe, quien hasta Singapur había logrado 51 de los 122 que ha cosechado al final, cuando terminó Interlagos y tal.

Mal que bien, Singapur hacía la prueba decimocuarta de las veinte del calendario, lo que nos pone en que si dividimos la renta de 60 que comentábamos antes entre las 14 carreras celebradas antes de Japón (donde Massa quedó segundo tras Sebastian Vettel, firmando su resurrección), nos da un resultado de 4 y pico puntitos más que el brasileño debería haber ido sumando como hacían sus rivales, pasito a pasito, un ratito a pie y otro andando, como San Fernando (espero y deseo que comprendáis a la primera el doble sentido de esta frase que si bien no me ha resultado complicada de confeccionar, terminada, reconozco que hasta tiene su puntito. Vamos, que me ha quedado redonda).

Para un tipo como mi Felipe, capaz de hacer 71 puntos en seis pruebas, reprocharle no haber llegado a hacer 111 en más del doble de carreras no supone querer apuntar demasiado alto, sino más bien, señala con el dedo la llaga abierta en La Scuderia desde que en 2009, Massa se viera abocado a un tránsito por el infierno del que al fin y por fortuna parece haber salido.

Dicho esto, Felipe ha sido el problema, y como dije el otro día, ha sido el asunto que con mayor premura ha resuelto Domenicali —no es por nada, pero para resolver conventos, nadie como un seminarista—, porque los 60 puntos del demonio que debería haber conseguido Massa, se los tendría que haber descontado alguien, ¿no?

Por terminar de alguna manera, lejos de la ortodoxia que zumba a Ferrari día sí y día también, recomendaría a los gurúes del asunto, que antes de afirmar tal o cual cosa, atendieran a esa parte viscosa y pringosa que desde luego tienen los números desde que el mundo es mundo, porque incluso con ellos en la mano y sin necesidad de ser de letras, la realidad nunca es lo que parece, sino más bien, tal y cual la leemos.

Os leo.