Está la cosa de nuestro deporte como para mostrar remilgos pero así y todo, hay quien sigue viendo la vida a través del cristal del culo de un vaso, pretediendo además que el resto de los mortales cojamos el más estrecho que tengamos a mano y miremos, miremos y miremos, hasta ver lo que solo ellos ven.
Obra sobre mí una especie de fetua emitida por un tipo que hace nada era Charlie y me da pereza hablar del RB11 serenguetiano para concluir así, la tanda de opiniones sobre los vehículos que participarán en el Mundial 2015; de manera que mañana si eso, Dios dirá por donde salgo con lo de Jerez.
Hoy ando holgazán, y aprovechando el aviso y la conjunción de astros y que el ultimátum que pesa sobre mi pobre persona debe estar concluyendo a estas horas, me apetece echar el ratito hablando de los proxenetas de la Fórmula 1, porque si no dábamos abasto con los innumerables profetas que afloran por estas fechas, además, empezamos a disfrutar de algunos ejemplares que te sacan a Piola cuando menos lo esperas o proclaman poco menos que la F1 les pertenece porque la vieron primero, en los setenta del siglo pasado o así, cuando un servidor todavía llevaba pantalones cortos.
El caso es que ingenuamente me interrogo si la disfrutaron como la disfrutan ahora, a través del culo de un vaso, lo que les lleva a hablar exclusivamente de Fernando Alonso y una Ferrari que ya es historia porque el asturiano milita este año en McLaren. También me pregunto cómo es posible que afirmando que aman todo esto hasta el éxtasis o el orgasmo, no dan un palo al agua a la hora de hablar sobre la actualidad o mojarse en que todos entendamos mejor de qué va la aerodinámica, cuál es la sustancia de las unidades de potencia o en qué consiste la metodología de unos primeros entrenamientos que literalmente se nos van escurriendo de las manos.
No hace mucho, Giorgio Piola metía la gamba hasta el corvejón proponiendo para el 666 de Ferrari una nose que nunca habría sorteado el reglamento de esta temporada, pero la cosa pasa en este instante porque Forghieri ha dicho tal o cuánto sobre el Nano.
Desconozco el enredo sobre el cuál versará mañana la teoría de la verdad absoluta sobre la que hay que opinar por bemoles. Pero esta noche ponemos el bendito culo del vaso sobre estas chuminadas o alguna más, mientras nos pasamos por el arco del triunfo las numerosas cosas que nos ofrece gratis la Fórmula 1 y, obviamente, dejamos de hablar de lo importante para centrarnos en cerrar en falso unas heridas abiertas también en falso, en aras de que el tiempo nos acabe pasando por encima.
Javier quiere cursar periodismo —él sabe que a quién me estoy refiriendo— y va a pelear mañana la posibilidad de que en bachillerato, le dejen hacer una crónica sobre las cosas que le estimulan intelectualmente. Cruzo los dedos para que lo consiga, pero el proxeneta de turno en vez de arrimar el hombro en estas minucias que a la postre suponen que sigamos creciendo como afición, de nuevo ha cernido sobre mí una espada que jamás me hará daño, porque me divierto con todo esto ya que la F1 me supone un solaz que para sí quisieran los de la declinación del yo asumo, tú asumes y él asume.
Poverello!
Hoy ando holgazán, y aprovechando el aviso y la conjunción de astros y que el ultimátum que pesa sobre mi pobre persona debe estar concluyendo a estas horas, me apetece echar el ratito hablando de los proxenetas de la Fórmula 1, porque si no dábamos abasto con los innumerables profetas que afloran por estas fechas, además, empezamos a disfrutar de algunos ejemplares que te sacan a Piola cuando menos lo esperas o proclaman poco menos que la F1 les pertenece porque la vieron primero, en los setenta del siglo pasado o así, cuando un servidor todavía llevaba pantalones cortos.
El caso es que ingenuamente me interrogo si la disfrutaron como la disfrutan ahora, a través del culo de un vaso, lo que les lleva a hablar exclusivamente de Fernando Alonso y una Ferrari que ya es historia porque el asturiano milita este año en McLaren. También me pregunto cómo es posible que afirmando que aman todo esto hasta el éxtasis o el orgasmo, no dan un palo al agua a la hora de hablar sobre la actualidad o mojarse en que todos entendamos mejor de qué va la aerodinámica, cuál es la sustancia de las unidades de potencia o en qué consiste la metodología de unos primeros entrenamientos que literalmente se nos van escurriendo de las manos.
No hace mucho, Giorgio Piola metía la gamba hasta el corvejón proponiendo para el 666 de Ferrari una nose que nunca habría sorteado el reglamento de esta temporada, pero la cosa pasa en este instante porque Forghieri ha dicho tal o cuánto sobre el Nano.
Desconozco el enredo sobre el cuál versará mañana la teoría de la verdad absoluta sobre la que hay que opinar por bemoles. Pero esta noche ponemos el bendito culo del vaso sobre estas chuminadas o alguna más, mientras nos pasamos por el arco del triunfo las numerosas cosas que nos ofrece gratis la Fórmula 1 y, obviamente, dejamos de hablar de lo importante para centrarnos en cerrar en falso unas heridas abiertas también en falso, en aras de que el tiempo nos acabe pasando por encima.
Javier quiere cursar periodismo —él sabe que a quién me estoy refiriendo— y va a pelear mañana la posibilidad de que en bachillerato, le dejen hacer una crónica sobre las cosas que le estimulan intelectualmente. Cruzo los dedos para que lo consiga, pero el proxeneta de turno en vez de arrimar el hombro en estas minucias que a la postre suponen que sigamos creciendo como afición, de nuevo ha cernido sobre mí una espada que jamás me hará daño, porque me divierto con todo esto ya que la F1 me supone un solaz que para sí quisieran los de la declinación del yo asumo, tú asumes y él asume.
Poverello!
1 comentario:
culo de vaso, y encima sucio..
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